Capítulo 1

Los talibanes dejan sin electricidad a casi medio Afganistán

Atacan torres de alta tensión después del fracaso del diálogo con EEUU

18 de septiembre del 2019

Enviada especial en Kabul

Un hombre camina por delante de dos generadores que están en la acera en una calle de Kabul.

Un hombre camina por delante de dos generadores que están en la acera en una calle de Kabul.MÒNICA BERNABÉ

Mònica Bernabé

La sede central en Kabul de la Compañía Nacional de Electricidad de Afganistán es uno de los pocos lugares del país asiático donde hay luz estos días. En el despacho de su jefe de comunicación, Wahid Tawhidi, la iluminación es casi obscena: en el techo hay tres placas fluorescentes encendidas, una decena de focos en las paredes y por las ventanas también entra luz natural. Tawhidi está ocupado en el teléfono atendiendo a los medios de comunicación afganos que no paran de llamarle: casi medio Afganistán está a oscuras desde hace días.

"El viernes pasado los talibanes atacaron una torre de alta tensión en el norte de Afganistán, la que sirve para llevar electricidad de Tayikistán", comienza explicando Tawhidi cuando finalmente cuelga el teléfono. "Al día siguiente dinamitaron otra torre con la que importamos electricidad de Uzbekistán -continúa explicando- y el domingo atacaron dos más".

Cuatro días sin luz

En definitiva, desde hace cuatro días no hay luz ni en Kabul, la capital afgana, ni en diez provincias más del país. Y lo peor es que no se sabe cuando se restablecerá el servicio. Ayer los talibanes permitieron finalmente que los operarios de la empresa eléctrica accedieran a las torres dañadas para comenzar los trabajos de reparación, que pueden durar tres días o más, según Tawhidi.

Los ataques a las torres de alta tensión tuvieron lugar pocos días después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, diera un portazo a continuar negociando un acuerdo de paz con los talibanes, y que los yihadistas advirtieran que no se quedarían de brazos cruzados. O sea, que continuarían los ataques y que, como ha quedado demostrado, la población afgana sufriría las consecuencias. Los cortes en el suministro eléctrico, sin embargo, son habituales en Afganistán. De hecho, antes de los ataques de los talibanes a las torres de alta tensión del fin de semana pasado, sólo el 45% de la población tenía acceso a la red eléctrica. El resto vive con generadores. Y eso es lo que también han hecho muchos kabulíes estos días.

De hecho, paseando por la capital, a simple vista no parece que no haya electricidad: la mayoría de comercios tienen luz porque disponen de grupos electrógenos. Los tenderos suelen colocarlos en el exterior, en la acera, y esto hace que el ruido en las calles sea ensordecedor estos días. "Cada día gasto 500 afganis [unos 5 euros] en combustible para el generador", dice Esrar Ghanizada, que tiene una sastrería en Kabul y se queja de que no puede continuar así: es una ruina.

Por su parte, el jefe de comunicación de la Compañía Nacional de Electricidad de Afganistán asegura que la empresa está garantizando el suministro eléctrico durante las horas del día en todas las oficinas del gobierno con generadores gigantes y una planta hidroeléctrica, pero justo cuando dice esto se va la luz en su mismo despacho. "También estamos haciendo esfuerzos para que cada noche la gente de Kabul tenga entre una y tres horas de electricidad a pesar de los ataques a las torres", continúa explicando. Del resto de provincias afectadas no dice ni una sola palabra. Están completamente a oscuras. Y en Kabul, sólo unas zonas muy determinadas disfrutan de las tres horas de electricidad de la que habla: las situadas al este de la ciudad, donde viven la mayoría de los extranjeros y se concentran las embajadas.

Sayed Fawal, en su tienda en Kabul. Vende más baterías estos días por la falta de electricidad en la capital.

Sayed Fawal, en su tienda en Kabul. Vende más baterías estos días por la falta de electricidad en la capital.MÒNICA BERNABÉ

"Yo también estoy harto de que no haya electricidad"

De hecho, preguntándoselo por la calle, la mayoría de los kabulíes responden que desde hace días no han tenido ni un minuto de electricidad en casa. Samim, un joven afgano, confiesa que ayer y el martes comió en un restaurante para aprovechar la ocasión y cargar la batería del móvil. Y Ebdekar, que trabaja en el Ministerio del Interior, se ha llevado al trabajo una mochila con una toalla y un poco de jabón para lavarse. Como no hay electricidad, tampoco tiene agua en casa.

"Yo también estoy harto de que no haya electricidad", asegura Sayed Fawal. Él, sin embargo, al menos se beneficia. Tiene una tienda de baterías de coches y, asegura, desde que los talibanes atacaron las torres de alta tensión, se han disparado las ventas. Las baterías, conectadas a un pequeño transformador, son también una buena solución para tener electricidad durante unas horas.

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