Capítulo 6
27 de septiembre de 2019
Enviada especial a Kabul
Un hombre muestra un burka a una clienta. Muchas mujeres utilizan esta prenda de vestir en Afganistán.MÒNICA BERNABÉ
La tienda de burkas de Hasmatullah Azizi es una de las poquísimas que continúan abiertas en Kabul. Está en el mercado de Mandawi, al lado del río que cruza la ciudad. Hay otros comercios en la capital afgana que venden burkas, pero también tienen otro tipo de artículos, como zapatos, maletas y bolsos. En cambio Hasmatullah sólo vende única y exclusivamente burkas, y asegura que el negocio le va bien.
El burka es una prenda tradicional de Afganistán, que las mujeres ya vestían en el país antes de que los talibanes llegaran al poder en 1996 y establecieran su uso obligatorio. Por eso el burka se convirtió entonces en el símbolo de la represión contra las mujeres en Afganistán. En la actualidad, muchas continúan llevando burka, sobre todo fuera de Kabul, pero es difícil encontrar alguna que se queje por eso. Todo lo contrario, el uso del burka está totalmente normalizado.
Burkas colgados en una tienda.M.B.
Además, la invisibilidad de la mujer en la sociedad afgana va mucho más allá de una simple prenda de vestir: hasta ahora en Afganistán el nombre de la madre no aparecía en las partidas de nacimiento, sólo el del padre; tampoco se incluye el de la novia en las invitaciones de boda, y ni tan siquiera el nombre de la mujer se pone en su tumba cuando muere. #DóndeEstáMiNombre es el hashtag de una campaña en las redes sociales impulsada en 2017 por el grupo de activistas afganas Hijas de Rabia para reivindicar la identidad de las mujeres en Afganistán. Dos años más tarde, el nombre de las mujeres continúa sin aparecer por ninguna parte.
“Me aprieta demasiado la cabeza. Necesito que sea más grande”, dice una mujer en la tienda de Hasmatullah después de probarse un burka. Porque hay diferentes tallas de burka, aunque nos parezca increíble en Occidente. Su anchura, longitud y el tamaño del perímetro de la cabeza pueden variar. Incluso en las tiendas de burkas suele haber un probador para que la clienta pueda comprobar si la prenda le va bien.
“Hace cuarenta años que mi familia se dedica a la venta de burkas”, afirma Hasmatullah. Su abuelo fue quien abrió la tienda en Kabul, después tomó las riendas su padre, y ahora él confía que su hijo siga con el negocio. Porque las ventas se mantienen. “Mientras haya inseguridad en Afganistán, las mujeres llevarán burka”, comenta. De hecho, esta prenda de vestir se ha convertido casi en una arma de protección en un país en que existe una total impunidad. La mayoría de las mujeres lo llevan porque se sienten más seguras, ya que les cubre todo el cuerpo y no marca las formas, y pueden moverse por la calle sin que nadie las reconozca.
Lo único que ha cambiado en estos últimos cuarenta años en el negocio del burka en Kabul es que ahora la mayoría de estas prendas se fabrican en China, según explica Hasmatullah. En Afganistán sólo se hacen los acabados finales. Aparte de eso, todo sigue igual. De la misma manera que también continúa igual la tradición afgana de siempre presentar a las mujeres como “hijas de”, “madres de” o “esposas de” un hombre, por supuesto. Ellas no tienen identidad por sí solas, ni su nombre nunca se especifica.
Por ejemplo, su nombre no aparece en las invitaciones de boda aunque ella sea la que se case, ni en las lápidas del cementerio aunque se trate de su propia tumba, ni tan siquiera en las partidas de nacimiento de sus hijos e hijas. Sólo se detalla el nombre del padre.
“Desde hace poco más de un año hemos cambiado el procedimiento y también indicamos el nombre de la madre”, asegura Ghazalan Koofi, responsable del registro de nacimientos del gobierno afgano. Sin embargo, el problema ahora es que buena parte de la población continúa sin registrar a sus hijos e hijas cuando nacen. Hay una ley que les obliga a hacerlo antes de los tres meses del recién nacido, pero su incumplimiento no tiene ninguna consecuencia penal. En la actualidad sólo se registran el 42% de los nacimientos en Afganistán, según Koofi. Sobre el resto, no se tiene constancia ni cuándo nacieron ni dónde.