El asesinato de Amal no se contabiliza oficialmente en el recuento de mujeres víctimas de la violencia machista. La mató el hombre con la que convivía, pero no eran pareja, según ha determinado la investigación.
En realidad, ella, originaria de Marruecos pero que hacía años que había llegado a Catalunya, cuidaba de él y de la casa. Inicialmente, tanto la Generalitat como las entidades clasificaron el caso como un asesinato machista porque el autor del crimen se presentó en la comisaría acompañado de su abogado para confesar que había matado a la mujer con la que convivía. Después, sin embargo, el juzgado de instrucción número 5 de Sabadell constató que no había tal relación de pareja.
Amal y su verdugo se habían instalado en un piso de alquiler del número 83 de la rambla de Sabadell hacía poco más de un año, pero a pesar de vivir en el centro de la ciudad, casi nadie la conocía. Siempre salía sola y no hacía vida por el barrio. La relación con el hombre que la acabó asesinando tampoco era fácil y, según los vecinos, siempre se trataban a gritos.
Fue la hermana de Amal, que vive en el extranjero, la que primero la echó en falta, después de ver que no respondía a sus llamadas como habitualmente hacía, así que avisó a una prima que vive en el Vallès Occidental desde hace poco. De hecho, los comerciantes y vecinos de la Rambla es a ella a quien recuerdan este 20 de julio, entrando en los establecimientos para preguntar si habían visto a Amal. Los bomberos llegaron a entrar en el piso para ver si había sufrido algún accidente doméstico, pero no encontraron a nadie. Su asesino había escondido el cuerpo en un baúl, según confesó dos días después.