Victoria Medina

Trabajadora del servicio de limpieza del Hospital de Sant Pau, 65 años

Cristina Calderer

Victoria Medina

Trabajadora del servicio de limpieza del Hospital de Sant Pau, 65 años

Lara Bonilla

"Las mujeres de la limpieza siempre hemos sido las últimas de la fila y ahora, por fin, se ha valorado el trabajo que hacemos"

Se conoce todos los rincones del Hospital de Sant Pau y ha pasado por casi todos los servicios. En el hospital es Vicky. Hace veinte años que Victoria Medina, de 65 años y natural del Perú, trabaja en el servicio de limpieza del hospital y la pandemia la enganchó en la UCI, el área que entonces tenía asignada. Recuerda el miedo de pacientes y profesionales aquellos primeros días. No era su caso. "Yo decía que era muy fuerte y luchadora y que no teníamos que tener miedo, que saldríamos adelante", asegura Victoria, que lo último que esperaba era entrar en la UCI como paciente. Durante el primer confinamiento, cuando todos nos encerramos en casa, ella iba cada día, puntual, a su puesto de trabajo, considerado esencial. "Había un silencio que daba miedo, las salas de espera de los familiares vacías, nadie por las calles. Era muy triste. Se me caían las lágrimas". Siempre ha trabajado en el servicio de limpieza y reconoce que es un trabajo "muy duro" que, con la pandemia, se ha agravado. "No es como antes, hay mucho trabajo y tardamos mucho porque trabajamos a conciencia. Mi zona debía estar impoluta y no me importaba quedarme más horas para que todo estuviera recogido", explica. Reconoce que es un trabajo mal pagado con un sueldo de poco más de 900 euros que ella redondeaba hasta los 1.100 trabajando fines de semana y festivos.

Cristina Calderer

No le faltó material de protección. Trabajaba muy protegida: con doble mascarilla, doble bata y dos guantes. "Y nos explicaron cómo nos lo teníamos que quitar, sin que rozara el cuerpo", recuerda. Pero, a pesar de todas las precauciones, se contagió en mayo. "Tenía tos, me cansaba mucho, me faltaba aire y me dolían todos los huesos, pero yo decía: no puede ser, tengo que trabajar porque, si no, no podremos pagar el piso". En casa dependen de su sueldo. Su marido está delicado de salud y sus dos hijos, de 26 y 30 años, viven con ellos. "No pueden ir a ningún otro lugar porque el dinero no les llega". Victora Medina ingresó en la UCI, donde estuvo sedada e intubada. "No pensaba que la enfermedad me cogería tan fuerte". Solo tiene agradecimiento para el personal que la atendió, incluido el de limpieza. Nueve meses después aún no se ha recuperado y está de baja. "Me han quedado secuelas, no puedo caminar como antes, me canso mucho y me ha cambiado la voz".

De esta experiencia se queda con "el reconocimiento" que el personal de limpieza considera que ha tenido por primera vez y pide que esto se traduzca en un aumento de sueldo: "Que se reconozcan las compañeras que luchan cada día". "La gente no nos tenía en cuenta. Ahora, por fin, han dado importancia al personal de limpieza, porque siempre hemos sido las últimas de la fila y ahora se ha valorado el trabajo que hacemos". Reivindica: "Somos nosotros las que garantizamos que los espacios estén limpios y desinfectados. Si no fuera por nosotros, no se podría entrar en un quirófano”.

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