Júlia Vergara

Virología e investigadora del Centro de Investigación en Sanidad Animal (CReSA) del IRTA, 36 anys

Cristina Calderer

Júlia Vergara

Virología e investigadora del Centro de Investigación en Sanidad Animal (CReSA) del IRTA, 36 anys

Thaïs Gutiérrez

"Durante este año de trabajo frenético a mí me preguntaban qué hacía con mis hijos, pero a mis compañeros hombres no"

"Hubo un momento, durante el confinamiento, que solo veía a mis hijos dormidos y entonces cuando podía estar con ellos el fin de semana me llamaban papá". Y es que al inicio de la pandemia Julia Vergara, de 36 años, trabajaba 14 o 15 horas diarias en el Centro de Investigación en Sanidad Animal IRTA-CRESA, situado en el campus de Bellaterra, para encontrar una vacuna y un tratamiento para el coronavirus. "Yo llevaba desde 2013 investigando el grupo de coronavirus, primero en Alemania y luego aquí, pero hacía investigación básica que no quiere decir sencilla – para saber cómo era el virus, su patología, la respuesta inmunitaria, etc. Pero hace justo un año todo cambió. Vimos la gravedad de lo que estaba pasando y dijimos: ¡nos ponemos!, y pasé a hacer un tipo de investigación mucho más aplicada y a un ritmo frenético", reconoce.

Cristina Calderer

Para ella ha sido un año muy duro pero también de aprendizaje, en el que ha confirmado que esa es su vocación. "Yo a mediados de la carrera tuve claro que me quería dedicar a la investigación porque un amigo mío murió de cáncer". Años después, se encuentra inmersa en una investigación que puede ayudar a salvar muchas vidas pero que también ha significado muchas renuncias a nivel personal. "Después de todo un año entero me he dado cuenta de que no quiero seguir así, ahora estoy intentando compaginar más mi vida laboral con la personal. Pienso que ya está bien que mis hijos hayan visto a una madre entregada a su trabajo, con mucha responsabilidad laboral, pero ahora tengo ganas de encontrar un equilibrio mejor". Ella cree que la cantidad de renuncias personales que se deben hacer en el mundo científico puede ser uno de los motivos por los que hay pocas mujeres en los cargos de responsabilidad. "En la base hay muchas, pero si miras hacia arriba hay muchos más hombres". Pero ella también apunta hacia la sociedad y los medios, que siempre presionan más a las mujeres. "Me han preguntado mucho qué hacía con los niños mientras trabajaba tantas horas, pero a mis compañeros hombres no les han preguntado esto". 

Todo este año y la experiencia vivida le hacen tener, ahora, muchas ganas "de lo que tienen todos: ganas de abrazar, de salir, de ver a amigos...", pero confía en que también vengan cambios positivos: "Espero que hayamos aprendido a frenar un poco esta locura de mundo y tratar el planeta de una manera mejor, porque esta sería una manera de evitar más pandemias". 

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