Cristina Carrera Garcés

Peluquera, 55 anys

Ferran Forné Carrera

Cristina Carrera Garcés

Peluquera, 55 anys

Elena Freixa

"He sufrido mucha ansiedad: yo soy el 100% de mis ingresos"

Cristina echa de menos los dos besos con que algunas clientas de toda la vida se despedían cada semana cuando salían de la peluquería antes de que se desencadenara la pandemia. Para muchas de ellas, ya mayores, el tiempo en el secador mientras le explican cualquier anécdota no es solo una cita para arreglarse el pelo, sino una actividad que las mantiene activas, una oportunidad para socializarse. El covid lo cortó en seco y a muchas, dice, el periodo de confinamiento les pasó factura física y emocional. Las hay que aún arrastran el miedo al virus y otras que sufren la frustración de no poder disfrutar como antes de los nietos y lo comparten mientras ella trabaja ahora con guantes y mascarilla: "Las peluqueras no solo peinamos, también acompañamos, escuchamos, animamos", describe sobre el vínculo que ha establecido después de más de 20 años trabajando en el mismo barrio de Rubí.

Ferran Forné Carrera

La irrupción de la pandemia la ha abocado a los meses "más caóticos" que ha vivido nunca. Sufriendo por el cierre forzado del negocio en marzo del año pasado, sufriendo porque después les dejaron abrir como sector esencial pero no había material de protección. "¿Abrir a qué costo? ¿Con qué riesgos?" Ella cerró el 14 de marzo con el decreto del estado de alarma hasta el 4 de mayo para protegerse y proteger a la clientela. "Algunos me llamaron para ir a peinar a domicilio y yo les decía «¿No voy a ver a mi madre de 81 años que vive sola y quiere que vaya a casa? ¿Y si le contagio?»" "He sufrido mucha ansiedad, yo soy el 100% de mis ingresos", explica, y confiesa que los dos meses que pasó confinada sola en casa (su hija estaba con el padre) le preocupaba pensar dónde iría con 55 años a trabajar si tenía que cerrar el negocio y seguir pagando la hipoteca.

La reapertura en mayo llegó como un cierto bálsamo, reencontrar caras conocidas, pero también con la evidencia de una nueva normalidad muy complicada. "Las jornadas con la pandemia se han vuelto más duras y largas", dice, y enumera que las restricciones (como el aforo) y las tareas de desinfección obligan a trabajar más porque lo hace todo ella. También debe recuperar los meses durante los que no ingresó nada. En medio de todo, los costes han crecido con la compra de mamparas o todo el material de un solo uso. "Si al menos nos bajaran el IVA y el gobierno fuera coherente: ¿somos esenciales o no?", Reivindica. En 2021, sin embargo, no vislumbra tregua ni recuperar la vida de antes. "Ha comenzado fatal, ya veremos si con la vacuna…”

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