"Es vergonzoso que no seamos las siguientes de la lista para vacunarnos"
El llanto que menciona Silvia repetidamente durante la conversación es un llanto nuevo. Es un llanto rabioso, de cansancio extremo, de tristeza absoluta por el mundo que estás sosteniendo y que a la vez ves que cae inevitablemente. Se podría llamar llanto pandémico en honor a todas aquellas trabajadoras que la han sufrido en primera línea del covid este último año. "Lloras con las compañeras en el almacén del supermercado, al teléfono con las personas que te quieren, también sola en el coche de camino a casa cuando termina el turno", dice Silvia, que es directora de un súper de Banyoles y hace una lectura negativa de la vivencia colectiva que ha supuesto la pandemia.
Toni Vilches
Ella, a pesar de que asegura que se siente "orgullosísima" del papel que ha tenido su gremio este último año, considera que la posición que ha ocupado durante la pandemia le ha corroborado que las personas somos "egoístas" y a menudo "patéticas". "En los peores momentos llegué a sentir que había clientes del supermercado que pensaban que nuestra vida no era tan importante como la suya: gente que se echaba encima de los palets con el género para colocar, gente que se nos quejaba por tonterías, gente que se enfadaba si hacíamos pasar por delante la gente mayor... No sé qué se piensan: en un súper hay gente interesante, culta y con estudios". A raíz de la pandemia, ahora, aparte del teléfono que ya tenían en el trabajo para denunciar violencias de género, también tienen línea directa para avisar de problemas de salud mental: "Suerte hemos tenido de las compañeras, que son como hermanas, y de los clientes que agradecen el trabajo”.
Cuando le preguntamos por las renuncias que le ha comportado la vivencia de este año desde esta posición, a Silvia rápidamente le salen dos nombres: Raquel y François. Ella es su hija mayor, también está en primera línea, en una farmacia, y la tiene lejos de casa. Él, su pareja, es profesor de secundaria en el otro lado de la frontera del Pertús. "Suerte de la pequeña, Elena, que estudia a distancia, y las compañeras de trabajo; me imagino sola en casa estos meses y me da de todo”, reconoce.
Problemas económicos no ha
tenido - "Me siento muy privilegiada, a pesar de todo" - y,
además, la empresa les ha ofrecido dos incentivos económicos, a
parte de los pluses por ventas. Ahora Silvia espera, eso sí, que el
foco que recayó en ellas durante los meses más oscuros reaparezca
en las reuniones sobre los planes de vacunación: "Es una
vergüenza que no seamos las siguientes de la lista".