Capítulo 1

Los kurdos de Siria, atrapados en una ratonera

Las milicias kurdas no dejan salir a los refugiados para no facilitar la invasión turca

Octubre 2019

Qamishli (Kurdistán sirio)

Cientos de kurdos con maletas y bolsas en el control fronterizo entre el Kurdistán sirio y el iraquí.

Cientos de kurdos con maletas y bolsas en el control fronterizo entre el Kurdistán sirio y el iraquí.KARLOS ZURUTUZA

KARLOS ZURUTUZA

Es el tedio habitual de los funcionarios en este paso de frontera. Llama la atención, eso sí, el gran número de periodistas internacionales imbuidos en el ritual del paso entre la orilla kurdoiraquí del río Habur y la kurdosiria: fotocopias por aquí y sellos y firmas sobre estas allá. ¿Qué ciudades va a visitar al otro lado? ¿Cuánto tiempo se va a quedar? Como ocurrió con la agónica lucha contra el Estado Islámico, ahora es la ofensiva turca sobre el noreste sirio lanzada el pasado miércoles la que ha vuelto a poner a los kurdos en el mapa.  

Una vez atravesado el eternamente provisional puente de pontones en un minibús, tampoco hay nada que llame especialmente la atención en la orilla opuesta: más fotocopias, más firmas, y las mismas preguntas. Por si fuera poco, no se oye eco de artillería de fondo, ni se alzan columnas de humo sobre el horizonte, y ni siquiera hay una marea humana intentando huir de la guerra. Como todo, esto último también tiene explicación.

"Yo voy a Erbil [Kurdistán iraquí] a quedarme con mi hermana hasta que pase todo esto", dice Aisha, madre de tres críos demasiado pequeños para entender todo este trajín. Más que desesperación es hastío lo que destila al hablar, probablemente porque no es la primera vez que huye. Aisha fue una más de entre aquel aluvión de gente que huía del terror islamista en 2014. A diferencia de su hermana, ella volvió a su aldea kurdosiria cuando mejoró la situación pero se cubrió las espaldas: como todos los que esperan a cruzar el Habur, tiene el permiso de residencia kurdoiraquí. Los que no lo tienen se quedan varados en el lado sirio.

"No los dejan entrar porque no quieren una marea de refugiados como hace cinco años", explica un uniformado, obviando un detalle igualmente importante: tampoco les dejan salir. Una fuerza armada defendiendo posiciones en una zona sin civiles sería un blanco demasiado fácil para los que intentan invadir el territorio hoy.

Tres niños de una familia kurda mientras escapan de su pueblo debido a la ofensiva de Turquia.

Tres niños de una familia kurda mientras escapan de su pueblo debido a la ofensiva de Turquia.RODI SAID / REUTERS

Enfilamos hacia el oeste por la carretera rectilínea que corre paralela a la frontera. El mismo tráfico de siempre, en ambas direcciones. A ratos incluso se sigue echando asfalto en la vía, aunque la actividad más allá del arcén es mucho mayor. "Llevamos mucho tiempo haciendo túneles porque sabíamos que esto podía pasar", dice Rizgar, conductor, vendedor de coches de segunda mano ocasional y combatiente "las 24 horas del día". Le escuchamos mientras atravesamos la localidad de Girke Lege: tiendas y cafetines abiertos; hombres sentados tomando té en la calle con ropa y juguetes chinos colgando sobre sus cabezas. 

"Las escuelas están cerradas, aquí y en todas partes", alerta el conductor, apuntando al primer indicio de que, en realidad, hay una ofensiva en curso. Pero Rizgar parece tener una sonrisa a prueba de coches bomba como el que explotó en Qamishli ayer por la tarde. Justo atravesamos el centro de la ciudad mientras lo explica:"Es cuestión de aguantar unas cuantas semanas, ni siquiera muchas. Para entonces, las sanciones sobre Turquía y la presión internacional habrán hecho efecto y la economía turca se desplomará".

Un grupo de soldados rebeldes que siguen las directrices de Turquía durante la ofensiva. 

Un grupo de soldados rebeldes que siguen las directrices de Turquía durante la ofensiva. KHALIL ASHAWI

Como muchos aquí, el kurdo también se agarra al clavo ardiendo de la promesa de sanciones por parte de Trump. Y luego está lo de los túneles. "Están por toda la frontera, y llegan hasta el lado turco. Turquía se está concentrando en oeste, pero nosotros podemos abrir un frente por toda la frontera", insiste Rizgar, con un entusiasmo que es incluso capaz de mitigar el dolor por la pérdida de Serekaniye.

Más tarde veremos por televisión las imágenes del recientemente bautizado Ejército Nacional por Ankara en la ciudad: alguien que dice pertenecer al "Ejército de Dios" jura acabar con los infieles antes de pisotear una bandera kurda arrancada de un mástil.

En busca de refugio

La mayoría de los civiles abandonaron la ciudad varios días atrás y se unieron a los ya más de 190.000 desplazados internos por todo el territorio según fuentes de Naciones Unidad. Más de la mitad se concentra en Hasaka, la segunda ciudad en importancia de la región. Que esté a más de 80 kilómetros de la frontera la convierte en destino preferente de los últimos desposeídos, y también que Damasco controle aún el centro de la ciudad. Nadie espera un cohete sobre las dependencias del régimen. Tampoco sobre el bazar de Qamishli.

Un soldado del grupo rebelde Ejército Libre Sirio, ahora rebautizado con el nombre de Ejército Nacional, que Turquía utiliza durante su ofensiva en el Kurdistán sirio.

Un soldado del grupo rebelde Ejército Libre Sirio, ahora rebautizado con el nombre de Ejército Nacional, que Turquía utiliza durante su ofensiva en el Kurdistán sirio.KHALIL ASHAWI / REUTERS

"Sí, los turcos han bombardeado barrios periféricos estos días pero no aquí, en el centro de la ciudad", explica Mahmud desde el pequeño local donde apila ladrillos de libras sirias para cambiarlas por dólares, o lo que sea. No hay muchos clientes porque falta gente en las calles, y el tráfico es inusualmente fluido por la avenida que enfila hacia una rotonda que preside Assad padre. 

Algunas tiendas levantan la persiana tras desperezarse de la siesta. Hay comercio y más tazas de té, pero son dos mujeres las que acaparan las conversación. A Hevrin Khalaf, secretaria general del Partido de la Siria Futura, la ejecutaron junto a su conductor tras interceptar el vehículo un grupo armado en Qamishli. Hoy a la mañana también murió Imán, una kurda de 24 años anónima de Qamishli, tras recibir un disparo desde el lado turco de la frontera. Está demasiado cerca, literalmente al otro lado de la calle.

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