Una encuesta hecha entre los productores de pienso catalanes ha detectado que la inmensa mayoría no sabía si su soja venía de zonas deforestadas o no, porque los grandes importadores a quienes la compran, como Cargill y Bunge, no facilita esta información, explica la directora de la asociación catalana de productores de pienso (ASFAC), Carme Soler. Cargill asegura simplemente que la soja que importa de Brasil está en un 95,6% "libre de deforestación". ¿Por qué? Porque cumple la normativa medioambiental brasileña. Lo mismo dicen los agricultores brasileños: "Cumplimos al 100% la legislación ambiental brasileña, que es de las más estrictas del mundo", aseguraba el presidente de la Asociación de Agricultores de Bahia (AIBA), Odazil Ranzi. Pero en esta legislación hay letra pequeña.
Para empezar, en Brasil toda la deforestación que se hizo antes del 2008 es legal. La reforma del Código Forestal brasileño que aprobó en 2012 el gobierno de Dilma Rousseff "amnistió" toda la deforestación previa al 2008. Como si nada hubiera pasado. "Ahora, ya se está intentado aprobar en el Congreso una nueva fecha para amnistiar la deforestación hasta el 2011: en Brasil, las leyes siempre se van cambiando para ir legalizando la expansión de la frontera agrícola", explica la investigadora de Grain Larissa Parker. La bancada ruralista –los terratenientes– es cada vez más poderosa en el Congreso, de manera que la deforestación ilegal se acaba legalizando.
En el Cerrado en concreto, si la propiedad preserva un 20% de la superficie como "reserva legal", puede deforestar legalmente el 80% restante (en la Amazonia es al revés, hay que proteger el 80%). Pero para saber si la Fazenda tiene en orden esta "reserva legal", la referencia es un registro de la propiedad "que es autodeclarativo, es decir, son las mismas propiedades las que introducen sus datos", explica Parker. Y los organismos medioambientales que tienen que supervisarlas cada vez tienen menos financiación para hacer su trabajo, especialmente desde la llegada de Jair Bolsonaro al poder.
Este mes, la Comisión Europea ha propuesto una normativa que quiere prohibir la importación de algunos alimentos, entre los cuales la soja, si provienen de zonas deforestadas, i no distinguirá entre deforestación legal e ilegal. Según Bruselas, la nueva ley protegiría dos tercios de la vegetación nativa que aún queda en el Cerrado: los que geográficamente puedan cuadrar con la definición de "bosque" que hace la FAO, ya que la normativa solo es para bosques tropicales y no para sabanas ni humedales. Sin embargo, según Ecologistas en Acción, la normativa, que aún tiene que pasar por la Eurocámara y el Consejo antes de ser aprobada, "tiene importantes lagunas".