Los diferentes casos sobre acoso y abuso sexual y de poder destapados por el ARA durante el 2021 ponen de manifiesto la magnitud de una problemática normalizada y silenciada hasta hace poco. Los abusos no son hechos aislados ni propios de un solo sector: pasan en todas partes. En el ámbito profesional de las artes escénicas –donde los límites son difusos– pero también en el ámbito formativo, en escuelas públicas. Las víctimas pueden ser adultos y niños.

Los abusadores suelen ser figuras reconocidas y admiradas, muchas veces personas por las que mucha gente pondría la mano en el fuego. Cuántas veces hemos oído esta expresión para defenderlos. El entorno no se lo cree. Lo niega. Presiona para que no se publique. Chantaje emocional para culpabilizar a los periodistas. Minimiza incluso el torrente de testigos. Pero los datos hablan por sí solos: el 80% de los abusos sexuales los cometen personas del entorno más cercano.

Nos interpela a todos

Con casos como el del Institut del Teatre o el de Albert Benaiges el ARA ha pretendido romper silencios y sobre todo concienciar a la sociedad de que esta es una lacra que nos interpela a todos. Junto a las prácticas abusivas que cometían impunemente personajes poderosos, casi intocables, se encuentra el silencio cómplice de quienes los rodeaban. Pero se ha acabado mirar hacia otro lado. La responsabilidad es de todos. Estas investigaciones han podido salir adelante porque el diario cree en un periodismo transformador que pone el foco donde es necesario: sobre el agresor. La víctima no deben tener miedo, el miedo debe cambiar de bando. Y al mismo tiempo cree en un periodismo que ayude a sanar, que dé la mano a todos los que han sufrido violencias sexuales y les diga que no están solos.