Francesc Millan
Jefe de Internacional
Internacional
Joe Biden hereda los Estados Unidos más rotos
El sexto día del 2021, miles de seguidores de Donald Trump –llegados de todo el país y cegados por el discurso más irresponsable del entonces presidente– asaltaban el Capitolio para evitar la ratificación de la victoria de Joe Biden. Las escenas, surrealistas y bochornosas, de ese ataque a la democracia –sin precedentes en la historia moderna del país– daban la vuelta al mundo y comprometían, más que nunca, la reputación global de Washington.
Eran, evidentemente, el resultado de cuatro años de políticas incendiarias de Trump, que dejaban de herencia un país enfermo, violentado, dividido, roto. Pero eran también el preludio de un cambio de era: horas después del asalto, las dos cámaras del Congreso se reunían de madrugada para acabar lo que habían comenzado y confirmaban el triunfo del demócrata. Biden sería investido presidente días después, el 20 de enero. "La democracia ha prevalecido", quiso recalcar en su discurso inaugural, en el que situaba entre las prioridades varias luchas: contra la pandemia, contra la crisis climática, contra las desigualdades raciales.
Los Estados Unidos más conciliadores
En el panorama internacional, Biden prometía unos Estados Unidos más previsibles, más moderados y más conciliadores. Ha dejado atrás –con matices– el America first y ha apostado –con matices– por volver al multilateralismo. Pero dos nombres han marcado –y seguirán haciéndolo– su agenda global. China, consolidada como gran potencia y cada vez más desacomplejada a la hora de defender sus intereses. Y Rusia, que llega al 2022 en un momento de gran tensión con Occidente, enseñando los dientes en la frontera con Ucrania y cerrando filas, precisamente, con Pekín.