La pandemia ha cambiado profundamente nuestro estilo de vida. Desde pequeños gestos cotidianos hasta grandes cambios vitales, el covid y todas sus consecuencias han modificado muchos aspectos de nuestro día a día, y esto lo hemos intentado explicar a lo largo de este año desde la sección de Estilos. El 2021 ha sido un año de éxodo urbano: ha habido mucha gente que ha dejado la ciudad y una vida llena de prisas para marcharse al campo en busca de una tranquilidad añorada durante mucho tiempo. Y aquí el teletrabajo ha jugado un papel clave, porque ha permitido que muchas personas se marcharan de la ciudad sin cambiar de trabajo.

Pero el teletrabajo no ha conllevado solo cosas buenas, ya que incrementado la desigualdad al multiplicar el trabajo de las mujeres. Y así el hogar se ha convertido en un espacio polivalente: oficina, ocio y familia conviven en pisos a menudo pequeños que hemos aprendido a cuidar más y mejor porque pasamos en ellos muchas horas más. En muchos hogares han entrado plantas y nuevas mascotas, que se han convertido en miembros de la familia. Un poco como las pantallas, que a veces también parecen formar parte de las familias, ya que el estudio, el ocio y las compras en estos tiempos pandémicos pasan por ahí. Si no lo creéis, haced un repaso: series, películas, redes sociales, videojuegos, videollamadas... todo son pantallas.

Volver a dar abrazos

Y en esta nueva normalidad hemos aprendido a valorar más que nunca lo que un día perdimos y que con la evolución de la pandemia tememos volver a perder: quedar con la gente que queremos, ir a cenar a un restaurante, ir al cine o disfrutar de un concierto en directo. Poder abrazar a la abuela o ir a ver la cantada de Navidad de los más pequeños de la casa. Hemos aprendido que los afectos dan sentido a nuestra vida y que renunciar a ellos para encerrarnos en casa duele. Tengámoslo en cuenta. Ahora y siempre.