Con suspense y resoluciones judiciales de por medio –como prácticamente todo en Catalunya en los últimos 10 años–, pero el 2021 nos deja también la celebración de unas elecciones catalanas, las del 14 de febrero. Unos comicios marcados por la pandemia –tuvieron la menor participación de la historia en unas elecciones catalanas– y que dejaron como titulares el hundimiento de Ciudadanos, la irrupción de la ultraderecha en el Parlament, el ascenso del PSC y, por supuesto, la consecución por primera vez de una mayoría del 50% de voto independentista y la llegada de Esquerra a la presidencia de la Generalitat.

Acuerdo ‘in extremis’

Tras una negociación eterna que estuvo a punto de descarrilar por las divergencias estratégicas del independentismo, los republicanos alcanzaron un acuerdo in extremis con Junts para la investidura de Pere Aragonès, pero la relación entre socios ha estado marcada por las turbulencias desde el primer día en debates como la mesa de diálogo –que se ha vuelto a reunir pero sin representantes de Junts–, la fallida ampliación del aeropuerto y los presupuestos, que se han acabado aprobando con los votos de los comuns y sin la CUP, que seis meses después de la investidura considera obviado el acuerdo con Esquerra. La estabilidad del ejecutivo volverá a ser uno de los temas candentes el próximo curso. Porque en el 2021 algunas cosas han cambiado, pero otras no.