Por impactante que parezca, este 2021 ha marcado el fin de una era en Europa. La retirada de Angela Merkel del frente de la política europea tras 16 años con las riendas en las manos pone el punto y final a una manera de hacer y comienza la primera página de un capítulo lleno de opciones que, de momento, todavía no tiene un piloto claro. El legado de la canciller conservadora ha sido analizado desde todos los ángulos en los últimos meses de su vida como política de primera fila. No se entiende la gestión de la crisis financiera en Europa ni la de la llamada crisis de los refugiados de 2015 sin la mandataria germánica. Pero en este 2021 también ha dejado su impronta.

Reconstrucción económica

Que la Unión Europea se haya atrevido a endeudarse en bloque por primera vez para luchar contra la crisis económica provocada por la pandemia tiene mucho que ver con el empuje venido de París y Madrid, pero también de Berlín, donde la palabra deuda es casi un tabú impronunciable. Tampoco es casualidad que la presidenta de la Comisión Europea que ha hecho volar por los aires las normas de déficit y deuda en Bruselas sea Ursula von der Leyen, ex ministra de Merkel. Pero también es en parte atribuible al liderazgo de esta física de Hamburgo el hecho de que Europa se haya visto este año más vulnerable que nunca al chantaje de regímenes autoritarios capaces de enviar a miles de personas refugiadas a las fronteras comunitarias para obtener réditos políticos. Como también lo es que Polonia y Hungría hayan tensado la cuerda al máximo este 2021 en su pulso autoritario con Bruselas.

La Europa que deja Merkel no tiene una política migratoria común, ni una respuesta robusta frente al creciente liberalismo de algunos de los suyos. Más allá de la reconstrucción económica, la Europa sin Merkel tendrá que resolver los grandes problemas que germinaron durante la era de la ya excancillera alemana.