El 2020 tuvo una noticia financiera que en 2021 debía rematarse: la compra de Bankia por parte de CaixaBank. La operación era de mucha magnitud por el tamaño de ambos bancos, pero también por varios factores simbólicos. En primer lugar, el primer accionista de Bankia es el Estado, lo que hacía que la administración central entrase en el consejo del gran símbolo de la empresa catalana –lo hizo con un 16% de acciones–. En segundo lugar, porque el banco se quedaba por primera vez con los dos principales ejecutivos de fuera de Catalunya (Goirigolzarri y Gortázar, ambos residentes en Madrid).

Déficit de la economía catalana

Pero todavía había un último factor a tener en cuenta. Uno de los grandes déficits de la economía catalana es la falta de grandes empresas. CaixaBank, la segunda en facturación y primera en influencia del ranking catalán, ha pasado este año a tener más trabajadores de los servicios centrales –los que más fuertemente determinan la naturaleza de una empresa– en Madrid que en Catalunya.

Esto ha sido posible gracias a la absorción de trabajadores provenientes de Bankia, un proceso que tuvo una cara muy negativa. En plena era de crisis por covid, el mayor expediente de regulación de empleo que ha habido en la economía española es justamente el que ha presentado este año CaixaBank para evitar duplicidades. Inicialmente debía afectar a 8.291 puestos de trabajo, pero se redujo hasta los 6.452 empleados que perdían el trabajo. Se trata del mayor expediente desde los años 90.

Sin embargo, en marzo CaixaBank pudo hacer la foto: su logotipo sobre una de las torres Kio, en una imagen de poder por la que pagó un coste importante.