Inés Rigau
81 años
Sara Bey
12 años
“Nos repetían que debíamos llegar vírgenes al matrimonio. Era sagrado”
En la escuela las monjas solo le hablaban de la virginidad. Casi siete décadas después, en la escuela de su nieta, que ahora tiene 12 años, se dan charlas sobre sexualidad. La educación sexual que han recibido una y otra refleja los cambios sociales vividos.
TextoMaria Garcia Moreno
FotoDavid Borrat
A sus 81 años, Inés Rigau sigue ejerciendo de jueza de paz en Salt. "Hace más de 25 años, ya, y todavía hago dos bodas a la semana", recalca. Su vitalidad es envidiable: nadie diría que nació en plena dictadura, en 1941, en este pequeño pueblo del Gironès. Ella es de las mujeres que solo ha estado con un solo hombre toda su vida: su marido, Joan Manuel Bayo, que murió el año pasado. “¡Hubiéramos cumplido 56 años de casados!”, destaca con añoranza. Tiene grabado el instante en el que se enamoró de él: cuando le cogió la mano para sacarla a bailar. “Sentí como cosquillas, fue como un flechazo”. Él trabajaba en Madrid para la empresa Estandar Eléctrica y lo destinaron a Salt. Se tenía que quedar solo unas semanas, pero, cuando conoció a Inés, decidió cambiar el rumbo de su vida para siempre.
Educación sexual La de Salt estudió en el colegio de monjas de las Dominicas, donde a menudo les repetían que debían llegar vírgenes al matrimonio. “Eso era sagrado, siempre decían: hay que esperar. Y, a veces, cuando hablábamos con nuestras amigas, después teníamos que irnos a confesar porque habíamos tenido malos pensamientos”, recuerda riendo. Y ella lo cumplió al pie de la letra. “La primera noche de casados ??mi marido me dijo que toda la vida me lo agradecería porque él había sido el primero”, confiesa. Su nieta Sara, de 13 años, escucha su relato con una sonrisa. Aunque es muy joven, es un tema del que a veces hablan tanto con las amigas como en la escuela La Salle de Cassà de la Selva, el pueblo en el que vive. “En el colegio es un poco tabú y, cuando los niños oyen la palabra, comienzan a reírse o hablar entre ellos. Pero justo este año, las charlas del cole son más sobre relaciones sexuales”.
Inés celebra la libertad que hay ahora para escoger pareja o decidir separarse; aunque cree que, quizá, nos hemos pasado. “En aquel tiempo era demasiado exagerado. Pero ahora lo que hay… se ha desmadrado un poco. Porque una noche sales, ves a un chico un poco guapo y ¿por qué tienes que hacer el amor? No sé… para nosotros el sexo se reservaba para el matrimonio y solo con un hombre. No como ahora, que hoy me gusta este y mañana otro. Lo encuentro un poco exagerado, pero lo respeto todo”, deja claro.
Su nieta, pese a su juventud, está de acuerdo. “Nos hemos pasado, ahora conoces a una persona y ya directamente…, pero no, primero deberías hablar”, valora con un poco de vergüenza. En cuanto a la homosexualidad, Inés certifica que antes se veía diferente. “Siempre los ha habido, recuerdo aquí a un hombre de Salt que toda la vida había oído que lo era. Antes, cuando eras pequeño, parecía como una enfermedad que podía curarse, pero es natural”, defiende. Y Sara reprueba lo que siente. “Me parece muy mal que se considerase una enfermedad, tengo a familiares y amigos que lo son. Y me parece mal que haya gente que tenga miedo a decir qué es”.
El ejemplo del fútbol Pese a que nació y creció en una época llena de limitaciones, la de Salt no cree que haya sufrido nunca discriminación por ser mujer. Sin embargo, su nieta sí. “Antes, en primaria, el fútbol era solo para los niños. Y, si alguna chica como yo u otras pedíamos jugar, nos decían que no o nos ponían en el equipo malo. Nos quejamos al profesor porque no era justo y ahora ya nos aceptan. Han visto que podemos jugar igual de bien”, recalca con satisfacción. Y ambas consideran que, aunque tienen los mismos derechos y libertades, hombres y mujeres no son iguales. “Creo que hay cosas que son solo para hombres y otras, como tener hijos, solo para mujeres. Podemos hacerlo todo, pero a mí me parece que hay cosas más adecuadas para hombres y otras para mujeres”, defiende Inés. Y Sara asiente. “Sí que creo que, si una chica quiere vestirse como un chico o si se quiere cortarse el pelo, también puede. Al igual que si un hombre quiere pintarse las uñas. Creo que hay cosas que podemos hacer ambos, pero cosas que no”, concluye.
Tres generaciones de actrices
Cuando Inés tenía 7 años hizo su primera obra de teatro con sus amigas de la escuela. Les gustó tanto que hasta los 24 no pararon de representar todo tipo de textos. Pero tuvo que dejarlo al casarse: a su marido lo destinaron a Argelia y Lisboa. Pero a su regreso ayudó a fundar la agrupación teatral ESTIL (Espacio Selecto Teatral y Literario), con los mismos compañeros de treinta años antes. Ahora, su hija Agnès y su nieta Sara siguen sus pasos y los tres forman parte del grupo El Safareig.
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