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La niña que quería ser mayor

Graciela Noguera

10 años — Estudiante

28 NOV 2010

Graciela Noguera, la primera catalana nacida en 2010, protagonizó la primera portada del ARA junto con el cirujano Moisès Broggi.

Léelo

per Lara Bonilla

fotografia Pere Virgili

"Sí me hace ilusión aparecer en el diario. Mi madre los tiene guardados y a veces me los enseña"

Esta soy yo!", dice Graciela Noguera al mirar la portada del primer número del ARA. Entonces tenía solo diez meses y miraba con ojos curiosos al señor con sombrero que la sostenía en su regazo. "Ya no me acuerdo de cómo se llamaba", dice. Era el cirujano Moisès Broggi, que entonces tenía 102 años. La icónica fotografía de esa primera portada hace diez años simbolizaba el pasado y el presente de un mismo país. Broggi, con la mirada de quien ya lo ha visto todo, y Graciela, con la frescura de quien lo tiene todo por vivir. Broggi murió el 31 de diciembre de 2012, a los 104 años, y la Graciela es hoy una preadolescente de 10 años que sueña con ser policía de la unidad canina y vive ajena a los problemas económicos de la familia.

Generación TikTok

"Sí me hace ilusión aparecer en el diario. Mi madre los tiene guardados y a veces me los enseña", explica Graciela Noguera. "Y sí, a veces leo periódicos", añade, si bien reconoce que ella se informa a través del móvil y de los mensajes que intercambia con las amigas. Y pasa más ratos en TikTok, la red de moda entre los adolescentes, que hojeando papel impreso. 

"Me gusta bailar y cantar y me grabo y publico los vídeos para que los vean mis amigas y ellas también lo hacen. Hacemos coreografías y la mayoría son canciones en inglés", explica.

Graciela mantiene los mismos ojos curiosos que cautivaron a la cámara hace diez años y ahora se le iluminan cuando habla de su gato, Sinca, de lo buena que es en taekwondo o de las coreografías de TikTok. Estudia quinto de primaria y lo que más le gusta es la asignatura de plástica y el rato del patio. No tiene claro aún de qué le gustaría trabajar cuando sea mayor. Se debate entre "policía de perros" [unidad canina de los Mossos] o esteticista. "Para hacer uñas como las de Rosalía", puntualiza. Hija de padre catalán y madre guineana, Graciela nació el 1 de enero de 2010 cuando pasaban siete minutos de las doce de la noche en un parto largo, de doce horas, en el Hospital Sant Joan de Déu. Su madre, Lucrecia Akeng, había perdido menos de un año antes a otra hija en Guinea Ecuatorial por culpa de la malaria. La niña, que también se llamaba Graciela, tenía solo cinco años. Para su madre, era la manera de dar continuidad a la vida de la hija muerta. "Si le hubiera cambiado el nombre es como si la hubiera olvidado completamente, es una forma de que esté siempre presente", dice. En Guinea también murió otro hijo, a los 8 años, en un accidente en el río. "La muerte de un hijo no se olvida hasta que mueres. Te resignas pero no se olvida", lamenta Lucrecia.

Los otros efectos de la pandemia

Con solo diez años Graciela ya ha vivido una pandemia y se ha adaptado a la situación mejor que muchos adultos: "La mascarilla molesta un poco pero se lleva bien". Vive con su madre y dos hermanos, de 18 y 23 años, en Mataró. Cuando la conocimos vivían en Collbató con el padre de Graciela. Pero las cosas no terminaron de ir bien y el matrimonio se separó en 2013, cuando Graciela tenía tres años. Lucrecia se trasladó a vivir al Maresme con tres de sus hijos y encontró trabajo en un hotel en Barcelona. "Lo hemos pasado mal", reconoce Lucrecia. Los últimos meses no han sido fáciles. Lleva desde que se decretó el estado de alarma, a mediados de marzo, sin trabajar. El hotel donde trabajaba aún no ha reabierto puertas y el paro se le ha acabado este noviembre. "Nos dijeron que quizás en enero abrían pero no lo saben seguro y, mientras tanto, si me sale algo limpiando casas lo cogeré", dice. Uno de sus hijos, que trabajaba en un restaurante, también se ha quedado en el paro. 

"¡Qué le vamos a hacer! Vamos tirando hasta donde nos lleve el virus, pero la alegría no la pierdo. Mientras estemos bien de salud, no pasa nada. Nadie morirá de hambre", asegura.

Hace siete años que no ha vuelto a su país y durante este tiempo han nacido sus dos nietos. En Guinea se quedó su hijo mayor. "Soy abuela con 46 años y hace mucha ilusión que te llamen abuela aunque eso te haga mayor". No se arrepiente de haber emigrado. "En Catalunya encontré a Graciela así que soy feliz, no me quejo, con lo que hay me conformo". Llegó en 2006 y dos años después ya vivía con el padre de Graciela. Explica que sus otros dos hijos, que llegaron con 8 y 13 años, ya están plenamente adaptados. "Ya son catalanes", apunta. "Vine para buscar una vida mejor para mis hijos. La vida en África no es como en Europa y quería que ellos tuvieran lo que yo no tuve". Echa de menos visitar su país y le gustaría volver el año que viene pero reconoce que aquí se encuentra bien y, sobre todo, vive "tranquila".

Demasiado joven para ser mayor

Graciela está en esa edad en la que ya quiere hacer cosas de mayor. No le gusta que su madre la vaya a buscar a la escuela y prefiere volver sola con las amigas. "¿Y a qué jugáis?" Pregunta equivocada. "Ya no jugamos, no nos gusta jugar, ya somos mayores. Con las amigas solo hablamos. De nuestras cosas, del TikTok...", responde sorprendida por la pregunta. Su madre explica que es una niña responsable. "Demasiado", puntualiza. "Cuando yo trabajaba ella sola se calentaba la comida y ahora quiere cocinar ella y ¡no come cualquier cosa! Se comporta como si fuera mayor". Graciela aún no ha visitado Guinea Ecuatorial pero entiende y habla un poco el idioma de su madre y sus abuelos, el fang, una de las lenguas autóctonas de Guinea. "Ella habla el idioma de su padre, que es el catalán, pero también el mío, porque quiero que conozca sus raíces", explica Lucrecia. Le gustaría que también hablara el francés, otro de los idiomas oficiales de Guinea, y sueña con que haga realidad su sueño de juventud, ser azafata, pero a Graciela no le interesa mucho. "Así que ahora me gustaría que fuera periodista", apunta Lucrecia. Graciela también sabe que antes de ella hubo otra Graciela. Su madre le ha enseñado fotografías y le ha hablado de ella. "Y a veces en Nochevieja hago la comida como en África y damos de comer a los muertos y ella pone su foto y su taza a su hermana y también por su cumpleaños le pone un trozo de pastel", explica Lucrecia.

Preguntarle a una niña de diez años por el futuro es un ejercicio de ciencia-ficción. Los 20 años le quedan todavía muy lejos. "Quizás viviré sola o con muchos animales o estaré trabajando o estudiando o quizás me encontraréis con las amigas". Quién sabe, lo tiene aún todo por vivir.

Nacimientos en Catalunya

2010

84.071

Un 30,4% de madre extranjera. El número de nacimientos se ha reducido un 25,4% en diez años.

Fuente: Departamento de Salud

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El salto de la calle a las instituciones

Ada Colau, Carme Forcadell y Leonardo Anselmi

46 años — Alcaldesa de Barcelona

65 años — Ex presidenta del Parlament de Catalunya

44 años — Activista por los derechos de los animales

25 NOV 2012

El ARA propició un encuentro con los tres en 2012 cuando eran activistas de la Plataforma d’Afectats per la Hipoteca (PAH), la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y la Plataforma Prou! Los volvemos a reunir ocho años después para hablar de los cambios que han vivido.

Léelo

per Maria Ortega y Lara Bonilla

fotografia Francesc Melcion

“Me han pasado más cosas en ocho años que en los veinte anteriores”

L

legan puntuales. Nos encontramos a primera hora de la mañana para que Ada Colau pueda llevar a su hijo mayor a la escuela y Carme Forcadell llegue a tiempo al trabajo antes de volver a la cárcel. Los citamos en el Espai Germanetes de Barcelona, el mismo lugar donde hace 8 años los fotografiamos como caras visibles del éxito de las luchas ciudadanas. En 2012 representaban tres movimientos sociales que habían logrado marcar la agenda política del país desde la calle: el independentismo, la defensa del derecho a la vivienda y la liberación animal. Hoy Colau y Forcadell vuelven a la cita como alcaldesa de Barcelona y ex presidenta del Parlament de Catalunya, y Leo Anselmi es el único que se mantiene en el activismo aunque ha recibido propuestas para entrar en política. El coronavirus los obliga a reprimir el abrazo que se darían. Se alegran de verse y felicitan a Forcadell por el aval del tercer grado, aunque solo una semana después la Fiscalía pedirá suspenderlo. La conversación fluye sola, hasta el punto de que cuando les preguntamos si hace una década se imaginaban estar donde están ahora responden al unísono: "¡Imposible de imaginar!" Ni Colau ni Forcadell preveían dar el salto a las instituciones, pero más allá de los titulares que han protagonizado por sus cargos, reconocen que lo que más las ha cambiado se mueve en el terreno personal. ¿Dónde estarán dentro de diez años? Nadie se atreve a hacer pronósticos, pero Forcadell sí tiene claro que tendrá que estar en libertad.

¿Os esperabais estar donde estáis ahora?

Todos — No, ¡imposible de imaginar!

Carme Forcadell — No te puedes imaginar que estarás en prisión, y menos aún cuando sabes que no has cometido ningún delito. Imposible. En ese momento, en 2012, tampoco veía el salto a la política, no tenía ningún interés por presentarme, al contrario, empezaba a ser presidenta de la ANC y pensaba terminar el mandato.

¿El paso del activismo a la política es natural?

Ada Colau  Rotundamente, no. Fue un momento muy puntual en un mundo en crisis, que petaba por diferentes lados. Eso explica que haya activistas que hayamos dado puntualmente el paso. La naturaleza del activismo es controlar y exigir al poder. No me arrepiento de haber dado el paso, lo repetiría, el momento excepcional justificaba intentar todas las vías y una no sustituye a la otra. La PAH es más necesaria que nunca. Los movimientos sociales son necesarios para que una democracia funcione bien. Cuando nos encontramos representábamos a tres movimientos muy fuertes que se han mantenido, y también han salido con fuerza el feminismo y el ecologismo.

Carme Forcadell  Y yo añadiría el republicanismo. ¿Si repetiría ese paso? Ahora no me puedo poner en ese momento. Me han pasado tantas cosas... Algunas emocionantes, pero también ha habido mucho sufrimiento y dolor. Ahora es fácil decir que no daría el paso, pero no me gusta mirar al pasado y hacer reproches, soy más partidaria de aprender de los errores y mirar al futuro.

Leo Anselmi  Yo también tuve ofertas para dar el paso a la política pero creo que el activismo necesita a su militancia. Cuando hay oportunidades históricas como la que vivió la izquierda en el Estado o el independentismo, a veces se tienen que aprovechar. Si con el movimiento de liberación animal nunca estuviéramos a punto de tener una victoria, algunos deberíamos hacer el esfuerzo de pasar a las instituciones, pero ahora no nos encontramos ni de lejos en ese momento. Tendremos que seguir luchando desde la movilización.

¿Ha cambiado el activismo en estos años?

CF — Ha cambiado la manera de hacer activismo. El activismo no cambiará nunca porque la gente tiene ganas de participar para mejorar el mundo, y mientras haya injusticia habrá activismo, pero la pandemia sí ha cambiado la manera de hacer activismo: ahora no se pueden organizar actos con tanta gente. Cuando nos encontramos en 2012, las redes sociales no habían evolucionado tanto. Ahora, en cambio, mucho activismo se hace a través de las redes.

LA — En nuestro caso ha cambiado la lógica de cómo se ven los derechos de los animales y el medio ambiente en los últimos diez años, y particularmente con la pandemia, que tiene un origen muy claro en el consumo de animales y la destrucción de la biodiversidad. El movimiento de liberación animal tenemos más razón que nunca pero estamos en el peor momento de nuestra historia, nunca se había maltratado tanto a los animales. No había pasado nunca. Pero algo bueno que ha pasado es que las agendas animalistas y ecologistas se van juntando y creo que muy pronto tendremos un movimiento unificado.

¿Estáis donde os esperabais hace diez años?

CF — ¡No! Bueno, en cuanto al movimiento social que yo representaba, creo que sí. Hemos avanzado mucho desde 2012, ahora el independentismo es una opción de gobierno en la mayoría de municipios. En términos personales no puedo decir que sí, sería absurdo, estoy en prisión. Pero hay que saber diferenciar tu situación personal, que es muy grave, de la que tú representabas y por la que luchaste. La idea ha avanzado pero yo personalmente estoy peor.

AC — No me parece que haya pasado tanto tiempo. Me siento la misma persona que hace diez años, los mismos objetivos, mis prioridades son las mismas, me definen los mismos valores... Lo que más me ha transformado en estos años es la maternidad y no la política: la cosa más importante que he hecho es ser madre de dos hijos preciosos que me enseñan cada día y me ayudan a ser mejor persona. No entraba en mi cabeza ser alcaldesa, era inconcebible. Fue la primera vez que una mujer llegaba a ser alcaldesa de Barcelona, y que lo hacía una persona de familia humilde que no conocía a nadie de las élites, y eso te da una responsabilidad, estás aquí representante a mucha gente y no solo a quien te ha votado.

CF — Durante estos años nos ha cambiado mucho la vida. Me han pasado muchísimas cosas, quizás más cosas en ocho años que en los veinte anteriores.

AC — A mi también.

CF — Y he tenido dos nietos, que han sido lo mejor que me ha pasado. Me ha hecho muy feliz ser abuela. Creo que a la gente que no es abuela le cuesta mucho entender el sentimiento de ternura que te despierta. Pasa que lo he vivido muy mal, no me lo han dejado vivir. Cuando nació mi segundo nieto, Guiu, me dejaron dos horas para ir a verlo. El mayor, Jan, lo vi caminar por primera vez en la cárcel, y eso es muy duro. Entré en la cárcel cuando tenía meses y ahora ya tiene casi tres años. Llevarlos a la escuela, al parque, a ver a los Reyes... Todas estas cosas que hacen las abuelas -bueno, las iaies, porque en las Terres de l’Ebre las llamamos así- yo no las he podido hacer y eso me lo he perdido, no volverá.

LA — Yo podría llegar a estar en el otro extremo de la situación que describía Carme. Nuestra lucha, la de la liberación animal, tiene más simpatías ahora socialmente, pero eso no significa que hayamos logrado grandes objetivos. De hecho, creo que es un movimiento bastante estancado. En cierto modo el capitalismo nos ha puesto las garras encima y se ha apropiado de la idea del veganismo. Mi vida personal ha mejorado pero la causa que defiendo no. Y digo que mi vida ha ido a mejor porque me estoy dedicando más al trabajo en territorios en América Latina. Y el trabajo con las comunidades en el terreno es muy diferente, mucho más gratificante, corres más riesgos también, pero me gusta mucho más que el trabajo que hacía aquí de movilización en las calles o en despachos políticos.

¿Os habéis encontrado una política muy masculinizada?

CF y AC — ¡Por supuesto!

CF — Yo he sufrido el machismo como presidenta del Parlament. Lo he sufrido y lo ha visto todo el mundo porque eso ha ocurrido en un pleno. Ahora imagina cuando estabas en reuniones privadas. Por lo tanto, si yo como presidenta del Parlament he sufrido situaciones de machismo, lo que me hace estremecer es lo que deben de sufrir los miles de mujeres que tienen un trabajo normal y cada día tienen que luchar contra estas situaciones. Evidentemente que la política es un mundo machista, pero es que vivimos en una sociedad machista. Cualquier mujer debe enfrentarse en un momento u otro a esta situación.

AC — Yo no hablaría solo de una política masculinizada o machista, todas hemos recibido insultos y otras cosas más graves. Pero no es solo eso, es que la política está organizada de manera machista, la prioridad no es poner la vida y los cuidados en el centro. La política feminista no es solo denunciar las agresiones machistas, sino también cambiar prioridades y facilitar que mujeres puedan hacer su proyecto de vida sin renunciar a la maternidad, al trabajo o a un proyecto autónomo. Y las que estamos en política no solo tenemos que denunciar las agresiones que recibimos, sino sobre todo hacer de portavoces de las más invisibles, porque las hay que están mucho peor que nosotras.

CF — Tenemos que poner en el centro de la política no solo la persona sino la felicidad de la persona, y los políticos hablan muy poco de felicidad pero es lo que todos buscamos. Seguro que los momentos más felices que tenemos todos son con nuestras familias. Por lo tanto, cuanto más tiempo podamos pasar con ellos, más felices seremos. Hablemos de felicidad, hablemos de conciliar, de la manera de sacar más espacio a la vida profesional para dedicarlo a la familia... Tenemos que sacar lecciones de esta pandemia y tener visión de pospandemia.

¿Qué creéis que marcará más vuestra biografía?

CF — Evidentemente, ser presidenta del Parlament me marcará muchísimo porque para cualquier persona ser presidenta del Parlament de su país es un honor y un orgullo. Pero también puedo decir una cosa: estoy en prisión por haber sido presidenta de la ANC, no por haber sido presidenta del Parlament de Catalunya. Por lo tanto, personalmente lo que me ha hecho entrar en prisión es haber sido activista.

AC — Es difícil responder porque son dos experiencias que me han cambiado muchísimo. No me he arrepentido nunca de haber sido alcaldesa porque ha sido un proceso colectivo, pero en términos estrictamente personales tengo que decir que he tenido momentos de mucha más felicidad en la PAH y mucho más sufrimiento como alcaldesa. Sobre todo los primeros años de alcaldesa. El activismo es también un espacio de familia ampliada, de comunidad, y eso se echa mucho de menos. Hace mucho frío en la política institucional, es muy dura.

CF — Yo fui mucho más feliz siendo presidenta de la ANC, y lo pasé muy mal y sufrí mucho cuando fui presidenta del Parlament. Estoy de acuerdo con Ada en que hace mucho frío en la política institucional. A veces tienes que tomar decisiones y te encuentras muy sola. Y, en cambio, eso no ocurre cuando estás en una organización, las decisiones son siempre colectivas y encuentras a gente que te abriga.

LA — Totalmente de acuerdo. Echaría mucho de menos el sentimiento de grupo si no lo tuviera.

¿Dónde esperáis estar dentro de diez años?

AC — Es imposible responder a esta pregunta después de la experiencia que hemos tenido.

CF — Yo sí te puedo decir que espero estar en libertad y poder vivir con las personas a las que quiero.

AC — Por supuesto, yo también lo espero, Carme. Y que no sea cuestión de diez años.

¿Seguiréis haciendo política o en el activismo?

LA — Yo continuaré en el activismo. Estoy donde estoy como consecuencia de una construcción colectiva, de un grupo de gente que decidió que fuera portavoz de la Plataforma Prou! o de la plataforma Zoo XXI y que ahora me tiene trabajando en temas ambientales en el Caribe. Yo estaré donde la gente que se moviliza por todo eso me quiera.

CF — Creo que ya lo he hecho todo en la política institucional. Todas las personas está bien que dediquemos una etapa de la vida a la política pero no entiendo la política como una profesión sino como un servicio al país, le dedicas una época de la vida. Y ya está. Pero sí estaré haciendo política porque entiendo hacer política como luchar por transformar la sociedad, y eso se puede hacer desde cualquier lugar. Me implicaré mucho en temas feministas. Entrar en la cárcel me ha hecho ver aún más la situación de agravio que sufren las mujeres, me ha hecho ver muchas situaciones machistas y me impondré como prioridad esta lucha.

AC — No sé exactamente dónde estaré, tal y como ha ido la vida y los tiempos que hemos vivido. Y, como Carme, política seguro haré, he hecho política desde que tengo uso de conciencia, se puede hacer política de mil maneras. Tanto cuando fui portavoz de la PAH como cuando he sido alcaldesa no han sido decisiones individuales, sino fruto de procesos colectivos, y eso es lo que le da más valor y hace que tenga más sentido. Pero es imposible decir dónde estaré dentro de diez años.

LA — Si nos queda planeta dentro de diez años, porque ¡eso también lo tenemos que tener en cuenta!

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Talento precoz, corazón gigante

Ricky Rubio

30 años — Jugador de baloncesto

09 DES 2010

“Ricky Rubio, una mutación más que necesaria”. La primera vez que Ricky Rubio apareció en el ARA fue cuando aún era jugador del Barça y no había ido a la NBA.

Léelo

per Alex Gozalbo

fotografia GETTY, EFE, Reuters

“Cuando mi madre murió, la vida me cambió porque cuando te pasa eso la escala de dolor y de preocupaciones cambia muchísimo. Antes una derrota me hacía llegar a casa muy enfadado y ahora lo vivo de otra manera. Perder a la persona más importante de mi vida fue un golpe duro”.

L

a vida de Ricky Rubio siempre ha sido un ejemplo de precocidad. Cuando tan solo tenía 14 años debutó con el Joventut de Badalona en la Liga Endesa. La suya es la trayectoria de un niño prodigio que de muy joven se acostumbró a competir con adultos. Muchos de sus compañeros de profesión se retirarán sin ningún título y él ganó la Euroliga con el Barça poco después de estrenar la mayoría de edad (19 años). Obligado a madurar antes que sus compañeros de generación, el jugador de baloncesto comenzó en el año 2011 la experiencia en la NBA, la mejor liga del mundo. A los 30 años, sin embargo, la lista de prioridades de Ricky ha cambiado y la muerte de su madre, Tona, le hizo cambiar la escala de valores y lo empujó a movilizarse en la lucha contra el cáncer. Ilusionado con su propia fundación, el deportista ha aprendido a disfrutar de lo que pasa fuera de una cancha de baloncesto.

DIEZ AÑOS, UNA VIDA

Hace diez años Ricky Rubio ya era campeón de Europa. Los Minnesota Timberwolves lo habían seleccionado en el draft de la NBA, pero él todavía estaba jugando su segunda temporada en Can Barça. “Apenas era un niño, pero ya estaba pensando en ir a la NBA porque mi proyecto consistía en estar dos años en el Barça, tal como al final acabó pasando. Cuando ganamos la Euroliga aún tuve más claro que tenía que ser así. Recuerdo esa época con muchas ganas y con mucha inocencia”, dice el jugador. Muy talentoso e imaginativo, pero menos maduro que ahora, el director de juego soñaba con llegar un día a la NBA, la mejor liga del mundo. 

“Si hace 10 años me hubieran dicho que habría hecho carrera en la NBA y que con la selección habría conseguido todo lo que he conseguido, lo hubiera firmado sin pensarlo.”

“Me ha gustado vivir el día a día. El balance que hago de estos diez años es muy bueno. Estoy contento con las experiencias que he vivido como jugador y también como persona. También hay cosas malas, pero al final son situaciones que te sirven para hacerte mejor. Siempre imaginas cosas e intentas visualizar el futuro, pero no piensas en cómo será tu vida diez años después. Soy más de dejar fluir. La gente, por ejemplo, me pregunta cuándo me retiraré, y es algo que no sé. Prefiero disfrutar de lo que estoy viviendo en cada momento”, argumenta.

ASISTENCIAS

desde que llegó a la NBA

4.387

El base ha disputado un total de 563 partidos durante las nueve temporadas que ha jugado en Estados Unidos.

Fuente:

UNA MADRE QUE INSPIRA UNA LUCHA

En 2016 Ricky Rubio sufrió la muerte de su madre. Tona era una pieza clave en el equilibrio mental del jugador, que se hundió. “Por desgracia durante estos diez años me ha tocado vivir momentos personales muy duros, pero también me han hecho más fuerte y me han enseñado lecciones de vida, que eso también es muy importante. Son situaciones que no se pueden aprender si no las pasos. Cuando mi madre murió, la vida me cambió porque, cuando te pasa eso, la escala de dolor y de preocupaciones cambia muchísimo. Según el momento y las cosas que te va dando la vida, la perspectiva cambia. Antes una derrota me hacía llegar a casa muy enfadado y ahora lo vivo de otra manera.” 

“Perder a la persona más importante de mi vida fue un golpe duro. Me encontré solo en muchos momentos y también me sirvió para encontrarme un poco más a mí mismo. Cuando uno se conoce mejor es en los momentos duros y en cómo los supera”, explica.

Esa situación empujó a Ricky a tomar partida en la lucha contra el cáncer. “Cada uno tiene sus prioridades, pero creo que es como una obligación implicarme en la lucha contra el cáncer. Me siento con el deber de hacerlo. Por ella, pero también por mí mismo, porque egoístamente también me va muy bien poder ayudar a gente que está viviendo situaciones similares. Me ayuda a sentirme más gratificado. Es necesario”.

AYUDAR COMO ESTILO VITAL

“Cuando hablaba con mi madre siempre me decía que teníamos que ayudar a las familias que pasan por situaciones similares. Cuando murió, quería rendir homenaje a la experiencia que me había dado, y no tenía tiempo para crear una fundación, ya que estábamos a media temporada, así que me sumé al trabajo de otras iniciativas”. Después de colaborar con diferentes organizaciones de Minneapolis, Ricky Rubio encontró el momento para poner en marcha su propia fundación. “Es algo que me llena mucho porque puedo hacer proyectos que realmente me interesan y que, además, ayudan. Mi fundación va creciendo y poco a poco tiene más proyectos y es capaz de ayudar a más gente. Eso es muy gratificante porque te sientes realizado. Ya llevamos casi tres años y es maravilloso. Hasta que no te toca, no eres consciente de la magnitud de esta enfermedad”, reconoce. Los proyectos no se los acaba. “Cada iniciativa tiene su magia. Hay un proyecto de investigación de la biopsia líquida que me motiva mucho porque pienso que a mi madre la habría podido ayudar mucho. También tenemos en marcha el proyecto Luca, que une dos de las ramas que tenemos en la fundación: niños y niñas y cáncer. Pone el acento en las familias, que es un poco el objetivo con el que nació la fundación. Hay otro proyecto, el Community Team, que nació en el Raval de Barcelona y que ahora ha crecido en otros lugares como Girona. Intenta usar el baloncesto para transmitir valores”, resume.

UN PADRE CONFINADO

A principios de año Ricky Rubio fue padre, una experiencia que volvió a agitar su modus vivendi. “Ser padre me ha cambiado muchísimo. Es una carrera de humildad brutal. Tu hijo no distingue nada y te pide el 100% de tu atención. El primer hijo te humaniza mucho. Cambiar pañales, no dormir por la noche, darle de comer... Es un aprendizaje constante”, argumenta. Mientras habla, su hijo se entretiene con la piel de una mandarina. Ricky, que justo antes de la reanudación de la NBA pasó el coronavirus, es consciente de que su confinamiento no fue como el de la mayoría. “Yo soy un privilegiado y puedo vivir con espacio, pero estar encerrado en casa no es fácil. No soy un ejemplo porque he tenido casa y sueldo. La pandemia nos ha hecho vivir los últimos meses como en una montaña rusa. Al final cada uno lo está viviendo como puede. Pasé el coronavirus, pero con pocos síntomas, y eso me ayuda a estar más tranquilo, pero las emociones han sido muy cambiantes. Si ser padre ya es un cambio, imaginad serlo encerrado en casa durante 24 horas. He vivido momentos de todo tipo”, repasa.

TRES EQUIPOS EN TRES DÍAS

La NBA es una máquina de generar dinero, pero también tiene una parte oscura difícil de digerir. Hace unos días Ricky Rubio tuvo tres equipos diferentes en tan solo tres días. Los Phoenix Suns lo traspasaron a los Oklahoma City Thunder, y estos, a los Minnesota Timberwolves.  

“Situaciones así te hacen perder un poco el amor por el baloncesto y ver que todo es un negocio.”

“Cuando te involucras en un proyecto, das el 100%, y cuando te traspasan así das cuenta de cómo funcionan las cosas. Estás muy tranquilo y, de golpe, pasan mil cosas. Piensas: «Ya lo podrían haber hecho más despacio, avisándote con tiempo. Lo acepto porque es un negocio que funciona muy bien y que es capaz de generar muchos momentos de atención. Ahora que no hay competición, las noticias relacionadas con el mercado generan un gran interés. Después de tantos meses parados, muchos equipos han querido hacer cambios. Creo que nunca habíamos visto tantos traspasos en tan poco tiempo“, confiesa. Su destino final son los Timberwolves, el equipo con el que el año 2011 debutó en la NBA. “Al final estoy contento porque en Minnesota me he sentido muy querido y eso ayuda mucho. Mi vuelta a los Wolves es muy positiva y creo que puedo aportar la experiencia que he acumulado en otras franquicias con éxito, tanto en los Utah Jazz como en los Phoenix Suns. Coincidiré con Ryan Saunders, un entrenador muy especial para mí. Coincidí con él cuando era entrenador asistente. Su padre, Flip Saunders, fue el primer gran entrenador que apostó por mí en la NBA. En medio año de diferencia se murió su padre y mi madre, y eso nos unió mucho”, recuerda.

UN APRENDIZAJE CONSTANTE

La maduración de Ricky también se ha notado en la cancha. “He aprendido a jugar a diferentes marchas. Antes jugaba a la misma velocidad y ahora he aprendido a jugar más calmado y a adaptarme a cada situación, a lo que el equipo necesita en cada momento. El juego también ha evolucionado y me he tenido que adaptar a un estilo de base más anotador. He mejorado mucho tanto en la anotación como en el lanzamiento de tres puntos. El baloncesto ya ha evolucionado hacia una dirección y me he tenido que adaptar y aprender de ello. La mentalidad también ha ido cambiando. Ser un distribuidor de juego es la esencia y eso nunca se pierde, pero ahora tengo otras responsabilidades”, analiza. La temporada que comienza el 22 de diciembre no será para nada sencilla. “Me imagino una temporada diferente y rara, pero intentaremos adaptarnos a la situación actual. No sé cómo acabarán siendo los viajes y cómo se concretará todo el protocolo de seguridad. El objetivo realista que nos tenemos que marcar los Timberwolves es acabar entre el séptimo y el décimo equipo de la conferencia y jugar los play-off. Además, es una temporada de Juegos Olímpicos que nos dejará poco tiempo entre una cosa y otra”, anuncia. ¿El futuro? Difícil de imaginar. “Dentro de 10 años tendré 40 años y creo que ya estaré retirado. Espero tener una cancha de baloncesto en el Masnou y estar tomando un vermut en alta mar recordando la carrera que haya tenido como jugador profesional”. Algunos días leerá la prensa. “He seguido mucho la trayectoria del diario ARA porque ha sido de los medios de comunicación que he sentido más cercanos. Es un diario especial al que tengo una gran estima”, concluye.

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Vocación por la naturaleza

Marina Comas

24 años — Estudiante de biología y actriz

14 FEB 2011

Su imagen llorando en el escenario al recoger el Goya a mejor actriz revelación fue la portada del ARA del 14 de febrero de 2011

Léelo

per Thaïs Gutiérrez

fotografia Pere Tordera

"Yo siempre había querido ser campesina, siempre he tenido una gran vocación por la naturaleza y estoy haciendo lo que quiero y donde quiero"

H

an pasado diez años del estreno de Pa negre y de ese éxito abrumador que llevó a la película y a sus protagonistas a recoger premios y aplausos en todo el mundo. Marina Comas, la niña que recibió el Goya 2011 a mejor actriz revelación, es ahora una mujer que vive rodeada de naturaleza y que, con los estudios de biología acabados y haciendo un máster en ecología, se ve más luchando contra el cambio climático que de nuevo ante las cámaras.

Un entorno muy diferente

Hace casi una década de esa noche de febrero cuando una Marina Comas de 14 años, nerviosa y exultante, subió al escenario del Teatro Real de Madrid a recoger su Goya a la mejor actriz revelación y entre lágrimas dijo "Bon dia, buenos días", aunque pasaban de las 12 de la noche. Diez años después Marina Comas mantiene intacta la espontaneidad y el encanto rural, casi salvaje, que enamoró a la platea madrileña esa noche pero su vida ha cambiado radicalmente. El Goya lo guarda en casa, una masia de payés en las afueras de Orís, desde donde tiene vistas a toda la Plana de Vic y al Lluçanès, y donde vive alejada de la interpretación -de momento- y rodeada de naturaleza y animales. "A la Marina de hace 10 años, la que ganó el Goya, creo que no la hubiera sorprendido nada saber que estaría viviendo aquí. Yo siempre había querido ser campesina, siempre he tenido una gran vocación por la naturaleza y me gustaba mucho estar en el bosque, era casi una obsesión", recuerda, y dice con una contundencia feliz:" Estoy haciendo lo que quiero, donde quiero". Aunque no ha aparcado la interpretación de forma permanente, ahora hace tiempo que no trabaja ni en el cine ni en la televisión. Estudió la carrera que siempre había querido -biología- y ahora hace un máster en ecología terrestre y biodiversidad. "Es un tema apasionante pero es una pena que en Catalunya se gaste tan poco dinero en estas cuestiones", dice, "hay países que tienen presupuestos diez veces mayores y aquí en cambio el dinero va a otro lado", se queja.

¿Actriz o bióloga?

Dejar la interpretación de lado no ha sido un proceso traumático. Al contrario, lo explica con su naturalidad desarmante y deja claro que hacer de actriz no es una puerta cerrada. "Cuando terminé Pa negre tenía 14 años, me lo había pasado teta haciendo la película, había sido una experiencia alucinante y la gente decía que lo hacía muy bien y yo estaba contenta", recuerda, y de forma casi natural llegaron más proyectos: la película Els nens salvatges, las series La Riera, Polseres vermelles, un par de TV movies... "Pero cuando llegó el momento de decidir qué estudios quería hacer tuve una gran duda". Una opción era ir a vivir a Barcelona para estudiar teatro y la otra era hacer biología, que era lo que siempre había querido hacer. "Para formarme como actriz tenía que dejar la comarca e ir a vivir a Barcelona. Eso me daba mucha pereza porque la ciudad no me gusta, yo estoy muy bien aquí, y al final elegí biología pero lo seguí combinando con algunas cosas pequeñas de actriz, pero lo cierto es que no me he formado nunca como actriz y, por lo tanto, es normal que reciba menos oportunidades que otros compañeros que sí están dedicando muchos esfuerzos a convertirse en actores y actrices". Uno de estos es su compañero de reparto en Pa negre, Francesc Colomer, que sí ha optado por la interpretación y quiere hacer carrera como actor. Sin embargo Marina mantiene viva la pasión por la interpretación y tiene claro que no dirá nunca que no a proyectos estimulantes. "Si me llama Agustí (Villaronga) le digo que sí con los ojos cerrados", dice riendo.

Una experiencia excepcional en plena adolescencia

"Yo era una niña muy inocente cuando rodé Pa negre. Era la típica niña tímida, muy discreta, que no me hacía notar nunca y con esa experiencia se me fue toda la vergüenza. ¡A la fuerza! Pasé una buena temporada siendo el centro de atención y eso al final me ayudó a vencer el miedo ", recuerda. También la ayudó a madurar. Fue como una "terapia acelerada" y una cata de vida adulta. "Crecí de golpe", destaca. Y lo hizo gracias a una película que no era precisamente para niños. "Con Francesc siempre lo decimos: nosotros no entendíamos nada de esa historia pero simulábamos que sí". Y dice que aquí está, tal vez, la clave del éxito de sus interpretaciones: "Nosotros dos, como los niños a los que interpretábamos, no entendíamos ese mundo de los adultos ni sus historias, tal vez por eso la interpretación fue tan natural", sugiere. Recuerda el rodaje y la promoción de la película como "una experiencia fantástica". "Yo no sabía nada de cine, nunca había hecho ninguna película y para mí fue una aventura. Era un mundo desconocido y fascinante, casi irreal, y tuve el privilegio de verlo desde dentro y me encantó", explica. "Flipé mucho", dice como resumen. Se le hace imposible escoger un único recuerdo pero sí destaca el viaje a Estados Unidos para promocionar la película: "Eso fue un sueño increíble".

Premios Goya

2011

9

Son los Goya que se llevó Pa negre, entre los cuales el de mejor actriz revelación para Marina Comas

Fuente: Premios Goya

Hacerse mayor en una década complicada

Estos diez años han sido muy intensos para Marina Comas, que ha pasado de la adolescencia a la edad adulta, pero también para el país, que ha vivido momentos convulsos y complicados. Si tiene que destacar uno de los acontecimientos vividos en los últimos años ella no duda: "El 1 de Octubre", dice. "Para mí fue un día muy emocionante, yo estuve en una mesa electoral y no olvidaré cómo la gente venía llorando a votar, no olvidaré la energía que se respiraba, fue muy bonito y a la vez muy triste porque se traspasó una línea que muchos de nosotros pensábamos que no se traspasaría nunca. Yo creo que ese día es uno de los que cambia a un país, creo que su recuerdo aún está presente". Y desde su casa en el campo valora también la pandemia actual, otro momento histórico complicado, que ella ha vivido con tranquilidad. "No tengo derecho a quejarme porque vivo en medio del bosque y, por lo tanto, mi confinamiento fue muy fácil comparado con el de mucha otra gente", explica. Pero cree que se pueden extraer también lecciones positivas: "Me he dado cuenta de lo flexibles que somos, nos adaptamos a los cambios de la noche a la mañana y eso me sorprende mucho".

¿Y el futuro?

Marina dice que está "en constante evolución" y cuando se le pregunta cómo se ve dentro de 10 años, reformula la respuesta en forma de deseo, con la confianza de que este tiempo le permita hacerlo realidad: "Me veo como una investigadora del cambio climático trabajando en proyectos internacionales". Clara, directa y honesta. Tres cualidades que hicieron que cautivara a ese equipo de casting que en 2010 recorría la comarca de Osona buscando niños que tuvieran el acento de la zona y que ahora le sirven para tomar sus propias decisiones y terminar, como dice ella, haciendo lo que quiere hacer.

5

El socorrista de los refugiados

Oscar Camps

56 años — Director de Proactiva Open Arms

11 OCT 2015

La primera vez que oíamos hablar de Oscar Camps era en otoño de 2015 en esta entrevista publicada en el suplemento ARA Diumenge.

Léelo

per Cristina Mas

fotografia Xavier Bertral

“Una cosa es saber que cada día muere gente y la otra verlo y no poder hacer nada por ellos. Mi estrés postraumático es con los sonidos. De vez en cuando me estremece un grito o un ruido”

Cómo he envejecido! ¡No tenía ni una cana! Y aún llevo el mismo reloj", dice Oscar Camps, el fundador de Open Arms, cuando le enseñamos una foto de septiembre de 2015 en la que se lo ve ayudando en el desembarco de una patera en una playa de la isla griega de Lesbos. Era la primera vez que lo veíamos en el diario ARA. Cinco años después de esa imagen, lo encontramos en el puerto de Badalona a bordo del velero Astral, el primer barco con el que la ONG badalonesa se adentró en el Mediterráneo. ¿El Oscar Camps propietario de Proactiva, una empresa de socorrismo de playas, es el mismo hombre que hace diez años? Él asegura que sí: "Antes salvaba vidas por vocación y ahora por compromiso social y político". Recuerda que en 2010 lo que le preocupaba era dignificar el socorrismo, "una profesión mal vista, que había estado siempre en manos de la Cruz Roja con voluntariado y muy poco reconocida". Pero las administraciones no le hacían mucho caso: "Se preocupaban más por el mobiliario que por la seguridad en las playas”. Y en 2015, cuando vio lo que estaba pasando en las islas del Egeo con los refugiados que intentaban llegar a Europa, decidió que no podía dejarlo pasar. Se llevó a la familia de vacaciones a la isla de Rodes para ver de cerca la crisis: "Un día en la playa encontré un zapatito, y no era de un turista".

Los orígenes

Su hija Ona, que en ese momento tenía 11 años, fue en parte responsable del giro que dio la vida de Campss. Todo empezó un día cuando ambos miraban Facebook y se encontraron las fotos de dos niños muertos en una playa griega publicadas por una periodista italiana. El padre intentó pasarlas rápido, pero la hija lo detuvo: quería que le explicara qué pasaba. Y le hizo una pregunta que no tenía respuesta: "¿Por qué no van los Proactiva?" "Le dije que no era tan fácil, pero me di cuenta de que ella tenía razón", recuerda Camps. Tenía 15.000 euros ahorrados en la empresa y decidió convertirlos en una acción de responsabilidad social corporativa.  

"Ayudar no debería ser tan complicado. Primero lo intenté por la vía oficial, involucrando a Ada Colau, a Dolors Sabater, a la Diputación de Barcelona, a la Agencia Española de Cooperación Internacional, a Médicos Sin Fronteras y al embajador griego en España. Pero nadie se lo tomó en serio. Y decidí que iríamos solos, que nadie nos lo podía prohibir".

Al día siguiente se reunió con Gerard Canals, que entonces llevaba temas logísticos en Proactiva, y con dos trabajadores más de la empresa y les pidió ayuda. "Yo no me defiendo muy bien en inglés y Gerard aceptó acompañarme". Ni ellos mismos se imaginaban que dos años más tarde habrían convertido un viejo remolcador en un barco de rescate operativo en el Mediterráneo central que salvaría miles de vidas.

El naufragio de Lesbos

"Fuimos a Lesbos un poco por casualidad, porque queríamos ir a la isla de Kos, donde estaban llegando más barcas, pero el vuelo salía más tarde. No sabíamos dónde íbamos ni qué nos encontraríamos. Y terminamos solos en el norte del isla. Yo alucinaba con lo que estaba viendo en las playas", recuerda Camps. Quería que todo el mundo lo supiera pero no tenía medios: "Grabé a una patera que llegaba a la playa y le mandé el vídeo a Tomás Molina, que lo pasó en el Telediari".

Uno de los recuerdos más negros de Camps es el naufragio del 28 de octubre de 2015, cuando se hundió una barcaza de madera con 280 personas a bordo. Él y los otros tres voluntarios de Proactiva que estaban en Lesbos lo dieron todo, ayudados solo por pescadores ante la impotencia de los equipos de Frontex y los guardacostas, pero no pudieron evitar que el mar se llevara al menos 40 vidas. "Fue como si hubiera caído un avión en el mar: hasta donde alcanzaba la vista veías a gente flotando. Veíamos a la gente chapoteando y cómo se ahogaban los niños. No podíamos sacar a todo el mundo del agua y teníamos que elegir. Algo así es indescriptible. Y los cuatro quedamos muy tocados. Porque una cosa es saber que cada día muere gente y la otra verlo y no poder hacer nada por ellos. Mi estrés postraumático es con los sonidos. De vez en cuando me estremece un grito o un ruido", admite Camps. Ese día nació Open Arms: "Fuimos muy conscientes de la inacción deliberada de las administraciones, y ese día pasamos de salvar vidas a luchar para no tener que hacerlo, para que lo hagan los que se tienen que encargar de ello". Una de las estrategias clave ha sido hacer saber a la opinión pública lo que pasa en el mar embarcando a periodistas en los barcos de rescate.

Vidas rescatadas

2015 - 2020

61.058

Desde septiembre de 2015 en la isla griega de Lesbos hasta los últimos rescates de este noviembre en el Mediterráneo central, Open Arms ha salvado miles de vidas en el Mediterráneo.

Fuente: Open Arms

Una batalla política

Desde que Open Arms empezó a trabajar, la Organización Internacional de las Migraciones tiene constancia de que 17.000 personas han muerto intentando cruzar el Mediterráneo. Muchas otras han desaparecido sin dejar rastro. En la ONG badalonesa saben que no podrán ayudar a todo el mundo ni lo pretenden, porque son los estados los responsables del salvamento. En 2016, después de que la UE firmara el acuerdo con Turquía para devolver a los migrantes que llegaran a Grecia, Open Arms se trasladó al Mediterráneo central, en la ruta entre Libia e Italia, mucho más larga y peligrosa. Al principio Roma aceptó la ayuda, pero en una Europa hundida en la crisis económica, la inmigración se convirtió en un arma retórica muy golosa para los discursos más reaccionarios. Las ONG pasaron de ser héroes a malos, acusados incluso de connivencia con los traficantes, y comenzó la persecución. Los gobiernos españoles del PP y del PSOE también han puesto palos en las ruedas. "Acabamos dedicando tantos o más esfuerzos a la batalla política que al rescate, porque continuamente las administraciones nos ponen trampas y nos bloquean. A veces estoy harto, pero no podemos parar. En cada traba nos tenemos que reinventar".

Sostiene que entre los políticos españoles que ha conocido han pesado más las morales que las siglas: "Me ha sorprendido gratamente gente del PP que se han vinculado y nos han apoyado a nivel personal. Y también a la inversa, gente de izquierdas de quien esperaba más que me han decepcionado muchísimo". Asegura que solo se siente representado por un jefe de estado, "el papa Francisco, que trabaja sin parar por esta causa".

El desgaste en primera línea

Camps confiesa que lo que más le cuesta es estar lejos de la familia: "Tengo cuatro hijos e intento estar con ellos. Lo mejor es que he recuperado a la mayor, con quien teníamos una relación difícil, y se ha implicado en el proyecto más que yo. Lo peor es que no puedo estar por el pequeño, que tiene 8 años". Y tampoco lo puede proteger del todo: "No todo el mundo está de acuerdo con lo que hacemos y a veces oye comentarios en la escuela, y solo le puedo decir que no tiene que preocuparse, que todo el mundo puede decir lo que piensa". Soporta estoicamente los ataques permanentes a través de las redes sociales, pero asegura que nunca nadie ha ido a insultarlo en la cara. 

Podría hacer su trabajo desde un despacho pero prefiere continuar al timón de una de las lanchas salvavidas que lleva el Open Arms. "Siempre me he quejado de que las grandes organizaciones se dirijan desde un despacho en el norte de Europa. Open Arms se dirige desde el barco", proclama. Es crítico con el mundo de las ONG: "Tienen que denunciar libremente lo que está pasando y no callar cosas para no perder subvenciones". "Muy pocos hemos abierto la boca para denunciar lo que está pasando en el Mediterráneo. Las grandes ONG tienen presupuestos millonarios, y el mar es muy grande pero muy pocos estamos en el agua".

Pasos hacia atrás

El incendio del campo de refugiados de Moria ha vuelto a poner la isla de Lesbos en las portadas, cinco años después de esa fotografía de Oscar Camps sin canas. Desde el acuerdo de la UE con Turquía para contener la inmigración, en 2016, la violencia de los estados contra los refugiados es cada vez más descarada. Ahora los guardacostas griegos abandonan a los refugiados en el Egeo en plena noche en botes salvavidas sin motor para que los turcos los devuelvan al punto de salida. 

"Los guardacostas vuelven a ser los antidisturbios del mar. Y les importa una mierda la vida de las personas. Pero allá ellos. ¿Qué les explicarán a sus nietos? La historia al final pasa factura. Y todo se sabrá", asegura.

Durante algunos meses en los que las autoridades italianas los tenían bloqueados, Open Arms se desplazó al puerto de Motril para ayudar en el rescate de pateras que salían de Marruecos por la ruta del mar de Alborán. Camps defiende que mientras un cuerpo público como Salvamento Marítimo esté asumiendo la responsabilidad de los rescates, no tiene sentido que Open Arms trabaje en España.

Y llegó la pandemia

La pandemia de covid-19 lo ha cambiado todo y, además de adaptar todo el protocolo de rescate (la tripulación tiene que hacer cuarentena después de cada misión y el barco está preparado para hacer pruebas PCR), el equipo, con un personal acostumbrado a trabajar en situaciones de emergencia, también se ha puesto a salvar vidas en tierra. Han hecho 50.000 PCR en residencias de ancianos, y ahora también las hacen en escuelas. "Nos ha costado mucho dinero y espero que algún día las administraciones nos lo compensen, pero ahora toca estar unidos y remar todos en la misma dirección".

6

per

fotografia

Crecimiento de la plantilla global de Grifols

2010 - 2020

24.162

6.341

2010

juny 2020

Fuente: Informe COTEC 2020

7

El estudiante pragmático

Aitor López

27 años — Médico residente de pediatría

2 JUL 2011

Sacó la mejor nota de la selectividad del año 2011: un 9,7

Léelo

per Lara Bonilla

fotografia Pere Virgili

“Nunca me he enorgullecido de ello, fue uno de los peores días de mi vida”

S

i hay una noticia que cada año se repite en los periódicos es la de los estudiantes con la mejor nota de la selectividad. Cada año cuatro jóvenes -con las mejores notas de Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona- acaparan la atención mediática por unas horas y explican si estudiaron mucho o poco, qué carrera quieren hacer o cómo se prepararon para las pruebas. Pero rara vez volvemos a saber nada más. La noticia caduca al día siguiente y ellos siguen con su vida. Los jóvenes del 2011 fueron Andrea, Manel, Jordi y Aitor. Aitor sacó la nota más alta, un 9,7, y la noticia le pilló en Pamplona, donde se preparaba para participar en la Olimpiada Internacional de Biología de Taiwán. Aitor se lo pensó dos veces cuando lo llamamos para volver a entrevistarlo. Recuerda que hace nueve años atrajo la atención mediática por hacer algo que entraba dentro de la normalidad, hacer la selectividad, y habría preferido ser el segundo y pasar más desapercibido. "Siempre he intentado no decirlo ni hacer bandera de ello. Nunca me he enorgullecido de eso, porque es algo más que me ha pasado y que yo tampoco busqué activamente".

Experiencia vital

Mira las páginas del periódico de hace nueve años donde su foto compartía protagonismo con Jordi, Andrea y Manel. Eran los cuatro estudiantes catalanes con las mejores notas de la selectividad de 2011. "Hacía tiempo que no lo veía. He cambiado un poco pero me reconozco. 

"Estaba fuera de casa y en un día recibí 35 llamadas de medios de comunicación, no estaba acostumbrado a manejar una situación así", dice.

Me queda muy lejano pero a la vez lo tengo muy presente. Fue un momento de mi vida que me marcó". La publicación de las notas de la selectividad lo pilló en Pamplona, donde se preparaba para participar en la Olimpiada Internacional de Biología de Taiwán. 

Y lamenta que algunos medios quisieran escarbar en información no relevante como su vida sentimental o sus ideas políticas. "Tenía 17 años y tenía que sortear algunas preguntas que pensaba que podrían traer consecuencias". Por todo ello, reconoce que fue "uno de los peores días" de su vida. "Pero es parte de mi recorrido vital y lo tengo que aceptar", añade. La parte positiva es que su entorno más cercano se alegró mucho y sus padres y, especialmente, su abuela estaban muy orgullosos. Durante unos días siempre había alguien que les decía que había visto a Aitor en la tele o en los periódicos. "Mi abuela sacaba el tema en cualquier conversación. Para ella, que no pudo estudiar, eso era un sueño". "Pero mis padres compartían conmigo que lo más importante era que fuera feliz con lo que pudiera hacer y estas prioridades las tenía claras", razona.

Ser feliz con lo que hagas

Cuestiona el ranking anual de las mejores notas de la selectividad y se pregunta si no es una manera "errónea" de enfocar el sistema educativo. "Damos el premio mediático a las mejores notas pero ¿son los estudiantes que más se han esforzado? ¿Los que más se lo merecen?", se pregunta. 

"No sé hasta qué punto contribuimos a hacer que el sistema educativo tenga un punto de competitividad interpersonal en lugar de intrapersonal", argumenta.

Además, reconoce que en el resultado juega un papel importante el factor suerte: "Solo cambiando una sola pregunta de una sola asignatura puede cambiar la nota para todos".

A la hora de elegir estudios, la vocación científica la tenía clara pero prefería una carrera que incluyera también la vertiente social y se decantó por medicina. De segunda opción puso filosofía. Y a media carrera se planteó cambiar a educación primaria. En el cau de Rubí, donde entró con ocho años y donde todavía continúa como monitor, descubrió que la parte educativa también lo hace "feliz". "Realmente, me gustan muchas cosas y de muchos ámbitos diferentes", admite. Es pragmático: "Yo seré feliz con lo que haga", dice. Y si bien años después la nota del MIR le permitió elegir pediatría, como quería, reconoce que se lo tomó con calma porque sabía que con otra especialidad, como medicina interna o medicina de familia, también sería feliz.

Aprobados en
la selectividad

2020

94%

La selectividad más atípica de todas debido al covid. Aunque en números absolutos es un récord histórico de aprobados, en términos porcentuales el número de aprobados es más bajo que el año pasado, cuando la superaron un 96,4% del total

Fuente: Consell Interuniversitari de Catalunya

En el hospital, como en casa

Ahora es residente de tercer año en el Hospital Sant Joan de Déu, donde asegura sentirse "como en casa". "Un lugar donde me siento querido y que yo quiero. Es un hospital grande pero sentir este vínculo me gusta". Reconoce que la residencia es "una parte muy intensa de la vida de un médico", con jornadas laborales muy largas, ya que los MIR hacen guardias de 24 horas para completar un sueldo base de entre 900 y 1.100 euros, explica. Cuando nos encontramos, los médicos en formación están en huelga para conseguir mejoras laborales y justo vuelve de una de las manifestaciones. Considera que el pediatra es "un médico cercano", con sensibilidad para tratar al niño enfermo y a su familia, y admite que a menudo ven "historias muy duras". "Las primeras veces que ves a un niño morir llegas a casa diferente y tienes la sensación de que nadie de fuera de tu entorno laboral te entiende". Quizá por eso considera el hospital como una segunda familia. "Nos damos mucho apoyo. Yo puedo explicar en casa lo que me ha pasado pero no se percibe igual, hay días que vuelves mal y con cosas dentro que tienes que trabajar", reconoce. No es extraño levantarse al día siguiente con una imagen en la cabeza o dando vueltas a un caso. "El dolor de un niño es diferente del de un adulto y también ves el sufrimiento de las familias, eso no lo podemos olvidar". Y ponerse una coraza no es la solución: "Porque en algún momento explotará. No te puedes blindar".

Vivir al día

Está muy vinculado a la vida asociativa de su pueblo, Rubí, y vive en la casa que había sido de su abuela, que comparte con una compañera, también médico, a quien conoció durante la Olimpiada de Biología en Taiwán. "El 2011 fue un año muy grande, me pasaron cosas muy diferentes de lo que me había pasado hasta entonces y la Olimpiada de Taiwán fue toda una experiencia", dice. Aún hoy sigue vinculado a ello, pero ahora es él quien elabora las preguntas. "Es voluntario, porque no se cobra nada, pero es enriquecedor. Todos tenemos que romper con lo que estamos acostumbrados a hacer y atrevernos a hacer más cosas", sostiene. Si le preguntan si está donde quería estar hace diez años, no tiene una respuesta clara, como tampoco sabe dónde estará cuando tenga 37. "Todo te acaba llevando por diferentes caminos y elecciones y yo me considero muy afortunado de estar donde estoy, haciendo lo que quiero y acompañado de muy buena gente ", asegura. No cree que en la próxima década haga un "cambio radical" de vida. Lo que no sabe es si lo encontraremos aquí o trabajando fuera, en algún proyecto de cooperación de Médicos sin Fronteras. Durante la carrera hizo estancias en la India y Camerún y en campos de refugiados en Grecia. "Y creo que me gustaría en algún momento de mi vida dedicar tiempo a esto de manera más continuada", explica. "Yo voy tirando y no tengo un proyecto de vida muy definido. Creo que, con lo que tengo en el momento, voy decidiendo el paso siguiente", concluye.

8

Hijo de su tiempo

Glen Caliba Ramos

33 años — Ingeniero

19 GEN 2012

"El ingeniero que no cree en imposibles. Así se titulaba el primer reportaje que publicó el ARA sobre Glen Caliba, el primer graduado que salió de las aulas de la entidad Braval. Fue uno de los protagonistas del especial del primer aniversario del diario".

Léelo

per Marta Rodríguez Carrera

fotografia Cèlia Atset, Cristina Calderer

“Mis padres me decían que tenía sangre filipina pero siempre he pensado que la identidad pasaba por muchos otros aspectos más allá del nacimiento y el origen”

N

o ha perdido la sonrisa de las fotografías en las que posaba orgulloso como nuevo ingeniero licenciado de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), el primero que había pasado por las aulas de la entidad Braval, que da apoyo extraescolar a jóvenes del Raval, la mayoría hijos de padres inmigrantes. Una década después, a los 33 años, trabaja de ingeniero y se ha visto obligado a dejar su Raval natal para mudarse a Mollet del Vallès, donde comparte piso con un amigo.

Identidad

Las raíces de los Caliba Ramos en Catalunya son recientes pero sus tres hijos hacen que ya sean casi inamovibles. La pareja llegó de Filipinas a Barcelona en la década de los 80 y se instaló en el Raval, donde ya había una numerosa colonia de ese país. Es la historia repetida de los migrantes, que en una cultura nueva buscan el calor de los compatriotas. Este era el barrio del Glen y de sus dos hermanos pequeños, las calles donde jugaban al fútbol y al baloncesto. Pero el hecho de que los padres eligieran una escuela con pocos niños de origen filipino le abrió la mente y el horizonte, dice, para no vivir recluido en una pequeña Manila: "Esto ocurre más en la generación de los padres o a los filipinos que han venido de mayores".

"Nunca me he sentido solo filipino. Mis padres me decían que tenía sangre filipina pero siempre he pensado que la identidad pasaba por muchos otros aspectos más allá del nacimiento y el origen. De hecho, la identidad nunca me ha preocupado mucho", dice.

Por suerte, dice que solo recuerda un episodio en el que ha visto de cara el racismo. Era adolescente y, mientras esperaba con una amiga a las puertas del conservatorio de la calle Bruc, una mujer les soltó un comentario desagradable y gratuito que los dejó descolocados. Pero fuera de este incidente, nunca ha tenido ningún problema por su origen. 

En casa el castellano ha ganado terreno al ilocano materno pero mantiene la lengua familiar y nociones de tagalo con un buen nivel para hacerse entender cuando visita a la numerosa familia que vive en el archipiélago. "Las lenguas cuestan al principio pero luego es como ir en bicicleta", asegura. Habla seis.

Población de origen filipino en Barcelona

4.542

(53% del total de Barcelona)

Según el lugar de nacimiento

12%

Barcelona

87%

Filipinas

Fuente: Ayuntamiento de Barcelona (2015)

La importancia de los voluntarios

Algo que lamenta es haber dejado aparcado su vertiente de voluntario en Braval, la entidad que le abrió las puertas para reforzar lo que aprendía en la escuela. Ahora vuelve muy de vez en cuando -demasiado de vez en cuando, admite- pero insiste en que la ONG sabe que siempre pueden contar con él. Caliba llegó a la entidad cuando cursaba primero de bachillerato porque ya notó que se le hacía pesado compaginar las clases del instituto con las del conservatorio de música. En Braval encontró un lugar donde lo ayudaron a avanzar y, sobre todo, de esos años recuerda que lo impresionaron los jóvenes voluntarios que iban cada tarde. "Algunos no eran del barrio, venían desde L’Hospitalet, y ahora pienso que hacían un gran esfuerzo por todos nosotros", dice agradecido. Ahí afirma que no solo le echaron una mano en matemáticas o lengua, sino que también sacó lecciones que van más allá del currículo escolar, como la importancia de los "valores de la convivencia, saber cómo tratar a la gente y la solidaridad". Matiza que le reforzaron una manera de hacer y de ser que ya le habían inculcado sus padres, Martina Ramos y Amancio Caliba.

La música para desconectar

La música irrumpió en su vida de adolescente casi por casualidad, gracias a una amiga de la familia que había empezado a estudiar en el conservatorio. Sin ninguna tradición familiar, enseguida le picó el gusanillo, animado por sus padres, ansiosos por que Glen y sus hermanos aprendieran y tuvieran las oportunidades que ellos no habían tenido, incluso pagando el alto coste de alejarse 12.000 kilómetros de la familia.

 

Lo que comenzó como una extraescolar pasó a ser una asignatura más, y compaginó la música primero con el bachillerato y después con las clases de ingeniería informática en la UPC. Se quedó en el grado medio de piano, frenado por la alta exigencia que suponía el grado superior. Con todo, dice que se lo toma como un oficio. También se defiende muy bien con el violín y el órgano, un instrumento que toca en la iglesia adventista de la cual es miembro. "Tocar para mí es una manera de desconectar del mundo", resume.

 

Ingeniero emprendedor

Inquieto, se ha buscado la vida como ha podido tras licenciarse; hijo de su tiempo, ha puesto en marcha varias aventuras empresariales con negocios 2.0. A falta de un trabajo fijo ha optado por la emprendeduría. Con un socio intentó crear una plataforma de turismo pero finalmente se reinventó para construir una alternativa al poderoso Google Maps, pensada para los que son contrarios a dar a la multinacional tecnológica los datos personales, pero la falta de inversores les hizo abandonar el proyecto. Ahora trabaja como programador de una tienda online y ha puesto en marcha dos proyectos en paralelo que tienen en común la virtualidad y la imagen: una web de cursos para enseñar a fotógrafos y modelos a sacar provecho de ellos mismos y una aplicación para hacer ejercicios para reforzar los glúteos. De todo, dice, se aprende, "incluso de los errores" que ha cometido como empresario y que, lejos de desanimarlo, lo empujan a salir adelante. "Cuando eres asalariado no tienes problemas pero cuando emprendes tienes que hacer de todo: buscar clientes, financiación, los socios... pero vale la pena", asegura.

Expulsado de Barcelona

Una de las cosas que han cambiado en esta década es el paisaje cotidiano del joven ingeniero. Ahora vive en Mollet del Vallès, compartiendo piso con un amigo y su perro. Es una manera de compartir gastos pero también, apunta, de tener compañía. "No me puedo imaginar el confinamiento solo". El suyo dice que ha sido un "largo viaje" desde el Raval hasta la ciudad del Vallès. En el barrio de toda la vida se emancipó de sus padres y se instaló en un piso de renta antigua, pero hace tres años la dueña le pidió que se fuera alegando que necesitaba la vivienda para uso propio. En ese momento sus padres ya hacía un tiempo que también se habían trasladado a Premià de Mar, donde realizan trabajos de cuidados de personas mayores, y se fue con ellos. La experiencia fue corta porque de ahí saltó a Badalona, donde ya compartió piso con el amigo con el que se terminó yendo a Mollet, a medio camino entre la familia y el trabajo.

Cómo se ve dentro de diez años

¿Quién puede eludir el peso de la pandemia? "Espero sobrevivir al covid", dice riendo para ponerse serio y dar las gracias porque su familia, de momento, ha tenido "suerte" y nadie sufre de cerca las consecuencias ni de la crisis sanitaria ni de la económica. En el terreno profesional, su "sueño" es tener un "fondo de ingresos pasivo". Admite que le gustaría mejorar su sueldo y que tal vez cuando estudiaba se habría imaginado una posición económica mejor pero, siendo realista, asegura que está "satisfecho" con el trabajo y la vida en general. "A veces todo lo reducimos al dinero, demasiadas veces", subraya.

La responsabilidad de ser un referente

A Glen Caliba no solo el ARA lo ha retratado como referente de lo que el pujolismo llamó el ascensor social, la historia de éxito de un niño de familia migrada. Ríe satisfecho y orgulloso cuando se le recuerdan los titulares en los que ha aparecido su nombre y afirma que los niños del barrio que lo conocían lo miraban como modelo. "Era una responsabilidad". Luego están los padres, sus referentes, de quien destaca los "sacrificios" que han hecho por los hijos. "Vinieron aquí sin hablar la lengua y en el mercado tenían que señalar la fruta o la carne para hacerse entender", recuerda. "De pequeños nos hacían reír estas historias pero en realidad fueron muy valientes". Ahora son los padres los que están orgullosos de los hijos. "Cuando salgo en los medios nunca les digo nada pero siempre acaban sabiéndolo porque sus amigos se lo dicen. Una vez mi padre se emocionó cuando el señor al que cuida le enseñó el recorte de un diario con mi foto".

9

Un médico, dos epidemias

Bonaventura Clotet

67 años — Médico e investigador

28 NOV 2010

Protagonizó la primera entrevista del día con un titular en el que afirmaba: "Dentro de diez años tendremos la vacuna contra el sida"

Léelo

per Lara Bonilla

fotografia Pere Virgili

“Soy un privilegiado porque he vivido una primera epidemia y su control, las seis Copas del Barça, treinta segundos de la República Catalana y una segunda gran epidemia. ¡Quién me lo iba a decir cuando terminé la carrera!”

H

an pasado diez años, pero el despacho sigue siendo el mismo espacio pequeño y desordenado donde el médico e investigador Bonaventura Clotet nos recibía hace una década. La mesa está como entonces, llena de papeles, libretas y carpetas -"Son las mismas", bromea-, pero ahora también hay señales de la nueva normalidad. Una botella de alcohol de 70 grados sobre la mesa nos recuerda que estamos en tiempos de coronavirus. En las paredes y en las estanterías, recortes de su vida personal: un cartel del estreno de la película Rastros de sándalo, protagonizada por su hija, la actriz Aina Clotet, un collage de fotografías de amigos y compañeros en el que se lee "Somos tu cruz" y un libro de historia contemporánea de Catalunya. Arriba de todo del estante sigue estando el mismo archivador de cartón de hace diez años en el que hay escrito con grandes letras: "VACUNA VIH". Ahora, sin embargo, la actualidad pasa por la vacuna contra el coronavirus.

TITULARES QUE CADUCAN

La primera pregunta es obligada: ¿está obsoleto ese titular de hace diez años? No lo cree. Y defiende que la vacuna terapéutica contra el sida se está desarrollando "pero ya existe físicamente". "Y está funcionando", dice. Y la compara con la del coronavirus. "También tendremos una vacuna contra el coronavirus, probablemente a finales de año o principios del próximo, y empezaremos a ver su eficacia, pero de ahí a que podamos saber que protege de manera eficiente aún quedan dos años de estudio en población muy grande".

DOS EPIDEMIAS

Se considera afortunado. Ya lo creía hace diez años por el hecho de haber sido testigo del inicio de una epidemia, la del sida, y de su control. Ahora vive una segunda epidemia. "Soy un privilegiado porque he vivido una primera epidemia y su control, las seis Copas del Barça, treinta segundos de la República Catalana y una segunda gran epidemia. ¡Quién me iba a decir cuando terminé la carrera que viviría tantas cosas!" Ha dedicado gran parte de su carrera profesional al VIH, aunque ahora también tiene un ojo puesto en el coronavirus. Aunque todavía queda mucho por saber de este virus, destaca que esta es la enfermedad sobre la que se ha generado más conocimiento en menos tiempo. Y recuerda que esto ya se decía del sida porque se había conseguido cronificar quince años después de su aparición. 

"Eso era un récord, no se había logrado en ninguna otra epidemia mundial". 

La tuberculosis o la sífilis tardaron siglos en controlarse. Y este es otro récord que el covid ha batido: "Hace solo ocho meses de los primeros casos de coronavirus y se ha generado conocimiento a gran velocidad", y "con resultados increíbles". Y eso es lo que hace avanzar la ciencia.

Aunque ahora la atención mediática la acapara el coronavirus, Clotet no ha dejado de hacer investigación en VIH. De hecho, destaca que la experiencia generada desde hace treinta años con la creación del IrsiCaixa ha permitido que la investigación en VIH sea transversal y reaccionar rápidamente ante la llegada del coronavirus con el desarrollo de modelos de vacuna y el uso de suero de pacientes infectados.

MUERTOS POR VIH y COVID

Desde el inicio de ambas

39

milions

VIH

1,4

milions

Covid

Fuente: Departamento de Salud

QUÉ ENFERMEDAD SE CURARÁ ANTES

Con todo, cree que antes llegará la curación del covid que la del sida. El objetivo es ahora desarrollar una vacuna que proteja "contra el coronavirus actual y contra posibles variaciones que puedan emerger". Es optimista y cree que "estamos cerca" de controlarlo. "Estamos ante las primeras vacunas, pero habrá que ver si son suficientes", ya que hay pacientes que se han reinfectado. "Estamos aprendiendo mucho del coronavirus", reconoce Clotet, que destaca la gran cantidad de contenido científico que se está generando. "Nunca había tenido la sensación de tanta ciencia". Además, "ahora los artículos se cuelgan en las redes antes de que los publiquen las revistas y todo el mundo tiene acceso a ellos", destaca. Si se le pregunta si está donde se imaginaba, responde tajante: "Puedo decir que estoy muy orgulloso de estar donde estamos y no esperaba que fuéramos tan arriba (somos el grupo más importante del Estado en número de publicaciones y uno de los más importantes del mundo), y esto se debe a la ilusión con la que trabaja el equipo".

DÓNDE ESTARÁ DENTRO DE DIEZ AÑOS

Dentro de diez años tendrá 77. Y espera seguir en activo y haciendo investigación. "En Estados Unidos la gente dirige grupos de investigación hasta los 80 años o más y yo todavía no los tendré", subraya. Espera poder ver un día la curación del sida. Y confía en que de la crisis del coronavirus se puedan sacar lecciones. "Espero que haya suficiente escarmiento a nivel político como para tener claro que hay que invertir en investigación en salud animal además de en salud humana". "Porque los virus mutan, están en todas partes y se pueden extender. Dos o tres años antes del coronavirus ya se dijo que esto era factible, ya habían estado la SARS y la MERS, pero no se destina dinero a esta investigación", lamenta. Reivindica que hay que multiplicar por diez el presupuesto que se dedica a la investigación. España está a la cola de Europa en cuanto a la inversión en ciencia. "Hay mucho talento. Tener ideas y formación no es complicado, lo que es difícil es realizar estas ideas y tener suficientes recursos y equipos". "Desde Catalunya podemos contribuir con la investigación al bienestar mundial, pero necesitamos más dinero", reivindica.

Presupuesto público destinado a I+D en España

En millones de euros

6.461

0,54% PIB

6.605

2008

2018

Fuente: Informe COTEC 2020

LOS COLORES DEL BARÇA Y LOS DE CATALUNYA

Sigue siendo un "culé sufridor, eso no ha cambiado". De hecho, ha empeorado con la situación actual. "Espero que el Barça, que es mucho más que un club, salga de esta con sensatez y evite enfrentamientos inútiles". Y desea que al frente haya "un buen líder" que devuelva al Barça al lugar que le corresponde, "uno de los mejores clubes del mundo".

Lo mismo que quiere para el Barça -"más cohesión y unión por unos colores"- lo quiere para Catalunya: "Es increíble que los diferentes partidos que defienden la opción del derecho a decidir no sean capaces de unificar criterios. Me gustaría que se pudiera pasar página y desapareciera esta lucha intestina de poder y egos". Considera que esta "animadversión" entre partidos no se entendería de cualquier otro sector social. "Si nos pasara a los médicos que investigamos no lo entenderían, y resulta que los políticos no dan el ejemplo de cohesión que deberían dar". Pero es optimista: "El pasado no sirve de nada y siempre tengo esperanza de que habrá un presente que nos sorprenderá y nos dará ilusión de futuro".

NUEVO PAPEL: HACER DE ABUELO

Es el tercer Bonaventura Clotet médico y con él se acaba la saga. Sus hijos no han seguido la tradición -ambos son actores-, y hace diez años nos decía que así como el virus muta, también hay mutaciones en las familias, y se alegraba de que ellos trabajaran en lo que les gusta. Ahora son los nietos -tiene cuatro- los que salen en la conversación y, aunque ninguna se llama Bonaventura, confía en que alguno se dedique a la medicina o la investigación. "Pero, en el fondo, esperas que, hagan lo que hagan, sean felices y vivan al día porque la vida no vuelve y hay que aprovechar cada momento".

Es un abuelo "con poco tiempo". Disfruta de los nietos los fines de semana y también los lleva o los va a buscar a la escuela. "Pero no con la frecuencia que me gustaría", reconoce. "Ahora bien, tengo la suerte de seguir en activo y tener cosas por hacer que me entusiasman y que no me dejan mucho tiempo", dice. "En la vida repites errores. Cuando tienes hijos dices que te hubiera gustado dedicarte más a ellos y cuando tienes nietos dices que lo harás". Eso sí, los nietos, dice, "son una suerte de la vida". Una prueba física de que la vida continúa "y de que los que vienen detrás de ti disfrutarán del mundo, de la vida y del presente".

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Nacer en tiempos de coronavirus

Laura Guijarro y Jana Illa

33 años, 3 meses — Madre, Hija

per Lara Bonilla

fotografia Francesc Melcion

"Es verdad que ha sido un año muy malo, pero para mí el 2020 también representa la vida, la alegría... La gente lo está pasado mal y, a pesar de todo, la vida se abre camino. Después de todo lo que hemos pasado, Jana ha venido un poco a curar nuestros corazones rotos"

U

n embarazo son nueve meses de proyectarse en el futuro: de imaginarse cómo será tu hijo o cómo será el parto. Pocas veces la realidad coincide con lo que habías imaginado, pero lo que seguro que no esperaba ninguna embarazada de 2020 es parir en medio de una pandemia. Graciela Noguera, la niña que protagonizó la primera portada del ARA, nació en plena crisis económica. El diario comenzó a caminar de su mano. Si hace diez años nacían los hijos de la crisis, hoy lo hacen los del coronavirus. Jana Illa tiene solo tres meses y ha venido al mundo en medio de otra crisis, ahora sanitaria. Y, sin embargo, ella es el ejemplo de que "la vida -como dice su madre- se abre camino".

EMBARAZO CONFINADO

Jana aguanta estoica en brazos de su madre que le hagan fotos. Madre e hija se miran con complicidad. Las mascarillas delatan que Jana ha llegado al mundo en tiempo de coronavirus.

"Solo nos ha visto sin mascarilla a su padre y a mí. Espero que esto no afecte a su manera de ser, porque ¡será tan diferente la manera de socializarse!", dice su madre.

Laura Guijarro estaba embarazada de 15 semanas cuando el pasado marzo nos confinaron. No había tenido tiempo aún de explicarlo a todo su entorno. "He echado de menos compartir este embarazo y tengo la sensación de que hay amigos que no me han visto ni embarazada", explica. Este era el segundo embarazo de Laura. El primero terminó abruptamente el 19 de septiembre de 2018 con tres palabras: "No hay latido". “Se le paró el corazón, así de golpe, a las 30 semanas, sin ningún motivo aparente". Su primera hija se llamaba Gal·la. 

El embarazo de Jana lo ha pasado en casa, en su burbuja particular, ya que, como técnica de farmacia, enseguida le recomendaron quedarse en casa. "Me decían que el covid no provoca transmisión vertical, pero, claro, a mí ya se me ha muerto una hija sin saber por qué, así que ahora tenía mucho miedo", reconoce.

LOS 9 MESES MÁS LARGOS

El confinamiento acentuó la impaciencia con la que ha vivido este nuevo embarazo: "Han sido nueve meses muy largos, pero mucho. No llegaba nunca el día..." Las videollamadas con amigos esponjaban un poco la jornada, y cuando se flexibilizaron las restricciones pudo salir a caminar, pero nada de clases de preparto, de yoga o de encuentros con otras futuras madres. 

"Da mucha rabia que el embarazo haya coincidido con la pandemia porque no lo hemos disfrutado nada", lamenta.

Su marido, David, se ha perdido la mayoría de ecografías, ya que con los nuevos protocolos en los hospitales se limitó la entrada de acompañantes en las consultas. "Ha sido injusto". A cada ecografía llegaba temblando, esperando el momento en el que le dijeran que algo iba mal. Después de una pérdida, nunca más se vuelve a vivir un embarazo con la ingenuidad de las primeras veces. "Hasta que no oía el latido, ese sonido como de caballo galopando, no dejaba de temblar. Y entonces preguntaba:«¿Y está bien? ¿No va demasiado rápido?» He ido muchas veces de urgencias, a pesar del covid, para estar tranquila", asegura. Algún médico comprensivo le dejaba grabar las ecografías para enseñárselas después a su marido. La parte positiva es que el confinamiento le ha permitido "conectar con el embarazo". "El de Gal·la me lo pasé trabajando y no lo disfruté nada. Y esta vez es cierto que he estado encerrada en casa, pero también me ha permitido disfrutar de una manera relajada del embarazo y cuidarme".

LA TRIBU VIRTUAL

Las redes sociales han suplido la necesidad de hacer tribu. En Twitter e Instagram ha conectado con otras madres. "Y hemos podido compartir esta época tan rara y este embarazo lleno de miedo. Las redes te hacen sentir muy acompañada". Y eso ha amortiguado la sensación de soledad del posparto. "Los primeros días lloraba por todo. En el otro posparto también lloraba pero ahora me decía: «¿Por qué lloro si debería estar contenta porque Jana está aquí?» Y no lo podía compartir con nadie más que David". Él ha vivido "con miedo y respeto" este embarazo confinado. Como pudo continuar trabajando fuera, "temía llevar el covid a casa". Tampoco los abuelos y los tíos han podido "disfrutar al 100%" de Jana. "Y hay amigos que no la han visto aún, y no sé cuándo la verán. Lo entiendo pero da pena porque haces planes de lo que vas a hacer cuando nazca y no podemos hacer nada. Da rabia".

EL LLANTO MÁS ESPERADO

Jana nació en la semana 37 por cesárea. La primera imagen que vio fue a su madre con mascarilla. Sin embargo, Laura guarda un buen recuerdo de todo ello. De la primer parte recuerda el silencio espeso en el quirófano. "Aún lo tengo grabado. Esta vez entré en el quirófano caminando y estuve charlando con la comadrona, la ginecóloga, el anestesista... No parecía que entrara en un quirófano". Y en la cabeza un solo pensamiento: oír llorar a Jana. "Sí que pensé en Gal·la. A ella no la oí llorar. Me la trajeron envuelta y solo le vi la cara. Por eso, durante todo el embarazo de Jana visualizaba unos pequeños pies moviéndose arriba y abajo, porque para mí los pies representaban la vida", explica.

EL OTRO 2020

El 2020 será recordado como un año adverso, pero para Laura y David siempre será el año en el que nació su hija. "Es verdad que ha sido un año muy malo, pero para mí también ha sido bonito. Para mí el 2020 representa la vida, la alegría... La gente lo está pasado mal y, a pesar de todo, la vida se abre camino. Después de todo lo que hemos pasado, Jana ha venido un poco a curar nuestros corazones rotos", dice. Habían hecho planes para celebrar una fiesta cuando Jana naciera, "para celebrar la vida", pero ahora tendrá que esperar. "A veces pienso «¿Ahora nos tiene que pasar esto?» Si hubiera nacido antes de la pandemia, la habría podido disfrutar de otra manera, pero no podemos hacer nada para cambiarlo". No lo dice con tristeza, pero reconoce que tiene presente a Gal·la. "Ya sabía que había perdido a una hija, pero Jana me ha hecho más tangible lo que nos hemos perdido de Gal·la, ahora sé aún más lo que es que no esté aquí". Jana crecerá sabiendo que tenía una hermana. De hecho, en la habitación que habrían compartido hay unas letras donde se puede leer: "Estés donde estés, nosotros sabemos querer hasta allí". Laura no cree que tenga más hijos. "He pasado mucho miedo. Es muy bonito, pero los nueve meses hasta que oí llorar a Jana se hicieron muy largos".

Nacimientos en Catalunya

2018

63.654

Esto representa una reducción de una cuarta parte en el número de nacimientos en los últimos 10 años.

Fuente: Departamento de Salud

Diseño

Ricard Marfà

Programación

Idoia Longan - Marc Funollet - Jordi Guilleumas